Doctor Strange: Hechicero supremo

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

Marvel Studios se tiró por fin a la pileta para llevar a la pantalla grande una historia totalmente distinta a las que nos tiene acostumbrados. Por fin dejó de lado la fórmula reiterativa y agotadora de sus películas para poner en juego la magia, la mística y psicodelia. Sin dudas un gran paso para lo que nos espera de aquí en adelante hasta llegar a Infinity War, donde veremos a todos los personajes juntos.

Pero hablemos un poco de quién es Doctor Strange. Nunca fue un pionero de ventas de cómics (ni siquiera cuando obtuvo su propia revista en 1968). Fue cancelada varias veces, tuvo varias versiones y si no se trata de un lector compulsivo de cómics, es probable que el simple espectador lo desconozca. Doctor Strange es uno de los pocos personajes cuyo nombre como superhéroe es el mismo que como civil y lo de doctor no es un alias casual: Stephen Strange es un exitoso neurocirujano con un enorme ego, codicioso e insufrible. De la noche a la mañana su carrera se desbarranca cuando sus hábiles manos quedan destrozadas a causa de un accidente de auto. Luego termina viajando a Tibet, donde le aseguran que vive un anciano capaz de curar los daños en sus manos. El anciano resulta ser un maestro de las artes místicas y aunque al principio se muestra escéptico, Stephen Strange termina convirtiéndose en su discípulo. Tras una serie de pruebas, el ex-cirujano se convierte en el nuevo hechicero supremo, un defensor encargado de proteger la Tierra de amenazas sobrenaturales. Y aunque Doctor Strange no es un personaje tan popular como Iron Man o el Capitán América, en realidad se cuenta entre los más poderosos del Universo Marvel. Su capacidad para manipular energías le otorga un abanico de habilidades sencillamente impresionantes: puede proyectar su espíritu fuera de su cuerpo, posee poderes adivinatorios, de teletransporte, ilusionismo, viaje dimensional y manipulación mental. También puede invocar criaturas de otros planos y proyectar energía mágica de diferentes tipos.

Ahora volvamos a la película. Doctor Strange: Hechicero supremo está dirigida por Scott Derrickson, experimentado realizador de películas de terror, pero del cual dudábamos acerca de si se daría mañas para salir airoso de este desafío. Y el resultado probablemente lo ubique dentro de las mejores tres películas más originales e inteligentemente logradas del Universo Cinematográfico de Marvel. Doctor Strange es una película inspirada desde su guion, sus actuaciones y sus efectos especiales. Fusiona teorías New Age, con conocimientos ancestrales y existencialidad sin olvidarse que estamos frente a una película sobre de superhéroes. En la primera media hora del film estamos frente a un intenso drama (inusual para las películas de Marvel) para luego sí arrancar con la acción más particular de este género: cuando Benedict Cumberbatch (Doctor Strange) llega a Nepal, es cuando se hace más disfrutable la trama. Cumberbatch comienza a hacer uso del cinismo del personaje y a desplegar ironías muy cómicas (como el password del WiFi como las bromas que le realiza a Wong, el bibliotecario). En esta parte debemos decir que finalmente Marvel no intenta encajar un chiste tras otro y se toma su tiempo para que fluya con naturalidad.

El guion es creíble en todo el proceso de intentar explicar a este nuevo personaje (la parte de la mitología podría haber sido muy complicada de exponer), pero Jon Spaihts junto al mismo Scott Derrickson, supieron tener la capacidad para poner al público poco experimentado en lugar y enseñar las reglas de este nuevo universo.
Benedict Cumberbatch forma parte de lo mejor del casting perfecto de Marvel: sus gestos, sus ritmos al momento de hacer uso de las palabras, lo elevan demasiado. Es indiscutida su labor. Otro personaje que se luce es el encarado por Tilda Swinton, el cual trajo aparejado mucha controversia dado que en cómic se trata de un anciano ancestral. Y es probable aquí encontremos los mayores desaciertos: Rachel McAdams es relegada a una dama de compañía, con poco interesante para aportar a la historia (aunque mantiene escenas graciosas) y Mads Mikkelsen no tiene la fuerza que debería, muy a pesar de sus dotes actorales. Está desaprovechado en su totalidad y Marvel no le da el peso suficiente al villano de turno.
Por último dejamos a los efectos visuales. Podemos mencionar que no están a la altura revolucionaria de lo que significó Matrix (1999) o El origen (Inception, 2010), pero son muy significativos. En ningún momento se pierde foco en la acción y vemos viajes astrales, distorsión en los edificios transformándose en un campo de batalla… La experiencia cinematográfica en esta película nos transporta a otro nivel, donde no se ven por ningún lado los hilos colgando.

Comenzando por la elección de Benedict Cumberbatch como Stephen Strange y continuando con lo difícil que resultaba adaptar este cómic, Doctor Strange es la película más distinta de Marvel/Disney y realmente es algo que debemos celebrar. No volvieron a caer en el guion facilista y encaja perfectamente manteniendo el curso de la narración en todo momento. Bienvenido sea este cambio.