Doctor Strange: Hechicero supremo

Crítica de Leonardo González - Río Negro

“Doctor Strange: Hechicero Supremo”: un superhéroe entre la ciencia y la fe

El Dr. Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) es el mejor neurocirujano del mundo. Su gran capacidad y habilidad son sólo comparables con su enorme ego y pedantería.

No tiene amigos, ni relaciones amorosas, ni siquiera sabe cómo tratar a los pacientes a los que atiende y salva. Lo único que le interesa a Strange es ver cuál es su próximo reto y qué tan difícil puede ser. Pero un accidente automovilístico cambia su vida para siempre, ya que lo deja sin poder controlar sus manos.

El doctor agota todos sus recursos en busca de alguien o algo que lo pueda curar, pero el único que podría lograr ese milagro es él mismo.

Cuando la medicina tradicional falla, se ve obligado a buscar una cura y esperanzas en un lugar impensado: una comunidad aislada llamada Kamar-Taj.

Rápidamente va a descubrir que ese lugar no es un centro de sanación común y corriente, sino un recinto en donde también se aprende a batallar contra las fuerzas oscuras que quieren destruir nuestra realidad.

El líder es el Ancestral (Tilda Swinton), una enigmática y sabia figura que ha salvaguardado los secretos de las artes místicas durante un largo tiempo para este propósito. Al conocer a Stephen Strange, la centenaria sabia ve el potencial del ex-cirujano y accede a mostrarle otro costado de la realidad: el camino místico de la magia.

En poco tiempo, Strange, armado con sus poderes mágicos recientemente adquiridos, se ve obligado a elegir entre volver a su antigua vida de riqueza y estatus o dejarlo todo para defender el mundo como el mago más poderoso del planeta.

Es julio de 1963, en las páginas del número 110 de la revista “Strange Tales”, hace su debut el “Doctor Extraño”, un personaje que se convertiría en un Hechicero Supremo de las artes místicas.

Creado por Stan Lee (sí, tiene un cameo en el filme) y Steve Ditko, su apariencia fue inspirada en el actor Vincent Price y de hecho su nombre completo es Stephen “Vincent” Strange.

Este superhéroe es el protagonista del largometraje número 14 de Marvel Studios, y marca el capítulo dos de la Fase 3 del Universo Cinemático de Marvel.

Pero más allá de estos títulos, también es una muestra de que esa compañía puede tomar a cualquier personaje de los cientos que tiene, que no necesariamente sea tan popular para la gente común, y generarle interés y atractivo al público. Tienen los años y la experiencia a cuesta para haber logrado eso, ¿no?

Seamos sinceros, el mundo entero espera cada año a la próxima película de superhéroes, y eso es un logro inconmensurable.

“Doctor Strange: Hechicero Supremo” (Doctor Strange, 2016) tiene todo lo bueno de las películas de Marvel, y más: un gran personaje, una trama atractiva, la dosis de acción necesaria, unos efectos especiales deslumbrantes, el humor con el timing justo y un elenco perfecto que se completa con Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Mads Mikkelsen y Benedict Wong.

Hay tres nominados al Oscar (Cumberbatch, Ejiofor y McAdams) y una ganadora del premio (Swinton).

Este es un largometraje que cubrió todos los puntos, y lo hizo con creces.

Cumberbatch destila talento mostrando a un personaje que debe cambiar, mostrando cómo un hombre de ciencia se convierte en uno de fe, y al mismo tiempo atraviesa esos dos mundos.

Como en toda película de Marvel, hay referencias y guiños para los fanáticos, pero nada tan trascendente que el espectador común se pierda o deba saber.

Quédense pegados a sus butacas porque hay dos escenas postcréditos, una que le da pie a la próxima película de este universo y de la cual no diremos mucho más para no quitarles la sorpresa.

Doctor Strange asciende al podio de lo más alto en el género de superhéroes, y no necesitó usar ningún hechizo para eso. Bah, eso creemos.