Doctor Strange: Hechicero supremo

Crítica de Alan Schenone - Proyector Fantasma

La mística para creer

En Doctor Strange (2016), el soberbio cirujano Stephen Strange (Benedict Cumberbatch), luego de haber de sufrido un grave accidente y no haber podido encontrar soluciones en la medicina, cambia su rumbo en la búsqueda de respuestas que trascienden el plano de la realidad a la que estaba acostumbrado. En su camino por formarse y consolidarse como el Hechicero Supremo, debe superar errores del pasado, contradicciones y a un temeroso enemigo.

Siguiendo la misma línea de producción editorial de Marvel Studios -films dinámicos, personajes carismáticos, acción y chistes que rebajan el dramatismo para que resulte asequible para toda la familia- Doctor Strange es un film contundente que explora un lugar casi recóndito: las artes místicas.

Luego de haber pasado por la tecnología (Iron Man - 2008), la historia (Captain America - 2011), la mitología (Thor - 2011), el espacio (Guardians of The Galaxy - 2014), la ciencia (Ant-man - 2015) y problemáticas sociales y culturales (Daredevil - 2015, Jessica Jones - 2015 y Luke Cage - 2016), llegó el turno de explotar todos los recursos de la magia y lo metafísico con el Hechicero Supremo. Doctor Strange es una montaña rusa de efectos visuales, mundos paralelos y revelaciones que sorprenden tanto al personaje como al espectador. El escepticismo es el principal obstáculo que debe sortear Stephen Strange para luego adentrarse en un terreno revelador que cambia su manera de percibir el mundo.

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La narrativa siempre se mantiene fluida e interesante a través del camino de aprendizaje por parte del Doctor, en un clima intenso y peculiar, producto de la fotografía, la puesta en escena y la música. Más allá de adaptar una historia directamente relacionada al mundo oriental en el marco occidental, Doctor Strange sube la vara de los films del estudio posicionándose como una de sus mejores entregas. El director Scott Derrickson (Sinister - 2012) mantuvo el camino cómodo, fructífero y certero del productor Kevin Feige, en la fórmula de realizar una película de superhéroes que alcanza otro escalón, gracias a la interacción desarrollada por cada una de las partes. Estas aristas, entre el cast, el aspecto visual al mejor estilo Inception (2010) como también lo fue la dirección-guión, logran hacer de Doctor Strange una película contundente, atrapante y diferente, a pesar de cargar con el peso de ser un film introductorio que debe explicar de manera solvente los orígenes y motivos del protagonista.

Como le alerta Mordo (Chiwetel Ejiofor) al Doctor antes de entrar al templo de la Ancestral (Tilda Swinton) -"Debes olvidar todo lo que creías saber" -, la película hace lo propio con el espectador: deberá dejar de lado lo anteriormente visto en películas del género para adentrarse de lleno en el/los mundos del Hechicero Supremo. En el camino del aprendizaje de las artes místicas, Stephen Strange se topa con obstáculos, villanos, y seres de otras dimensiones que superan su percepción, aunque su mayor enemigo son los prejuicios impuestos por sí mismo.

El diverso cast es otro punto a favor: tanto Tilda Swinton como la Ancestral, Chiwetel Ejiofor como Mordo y el propio Mads Mikkelsen como el villano Kaecilius, forman un buen apoyo en el círculo íntimo de Benedict Cumberbatch para desarrollar distintas facetas de Stephen Strange. Aunque fue una decisión arriesgada, Swinton desarrolló una gran interpretación echando por tierra el prototipo del anciano, como el maestro y sensei avejentado y masculino. Su personaje es un claro ejemplo de lo que pretende Doctor Strange como film: las realidades/verdades de cada uno cambian dependiendo con qué espejo se vean.

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Tal vez el punto que catalogue a Doctor Strange como una película que supera a las producidas anteriormente por el estudio Marvel es el acierto, -como en su momento fue Robert Downey Jr. con Ironman- de Benedict Cumberbatch como el Doctor Stephen Strange. El carisma de Cumberbatch hacen que Strange se mimeticen muy bien, apropiándose del personaje desde el primer momento. Eleva y lleva a otro nivel a un personaje cargado de contradicciones, soberbia y egocentrismo. Para cerrar efectivamente, la primera escena post-créditos revela un gran anticipo de lo que vendrá en el universo Marvel y las siguientes películas (Thor: Ragnarok - 2017), mientras que la segunda es el puntapié para un futuro cercano del Doctor Strange.