Doctor Strange en el multiverso de la locura

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Los sueños de una madre

El personaje de Doctor Strange, encarnado por el actor británico Benedict Cumberbatch, irrumpió en el popular mundo cinematográfico de Marvel en 2016 de la mano del director Scott Derrickson, un especialista en el género del terror que venía de dirigir Sinister (2012) y El Exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005), dos buenos exponentes de su estilo, y se sumó a la diversidad de personajes que colisionaron en la última aventura de Avengers. El susodicho tuvo un rol secundario en la saga de Los Vengadores y un papel un poco más central en el último film del Hombre Araña, Spider-Man: No Way Home (2021), pero ahora regresa nuevamente con película propia para continuar con el tono del género, aunque por supuesto dosificado y limitado a lo tolerable por un público masivo. Tras la desvinculación de Derrickson debido a sus ideas de llevar el film hacia un terreno mucho más terrorífico, la dirección recayó en otro exponente que supo encontrar en el horror su nicho para saltar al cine mainstream de superhéroes, Sam Raimi, director venerado por la saga de Evil Dead en los años ochenta pero más conocido por el público cinematográfico promedio por su labor como director en la trilogía de El Hombre Araña, protagonizada por Tobey McGuire y Kirsten Dunst.

Respetando los lineamientos de la última etapa de la saga de Marvel, o sea, cameos, chistes varios, diversidad de género, una mirada ligeramente feminista pero no lo suficiente como para herir alguna susceptibilidad, y referencias a las otras películas de la saga, y ofreciendo una nueva versión cinematográfica de una temática clásica del cómic poco explorada aún en el cine, el tema de los multiversos, y siempre dejando una puerta abierta a una continuación, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (Doctor Strange in the Multiverse of Madness, 2022) es un nuevo exponente de la apuesta del cine mainstream hacia la captación de un público masivo, caballo de batalla ante la mudanza de los espectadores hacia las proliferantes plataformas de streaming.

Doctor Strange en el Multiverso de la Locura comienza con un sueño en el que una versión del Doctor Stephen Strange, hechicero supremo de las artes místicas, intenta llegar hasta un libro sagrado, Vishanti, para proteger a una adolescente latina de un demonio maligno que intenta capturarla y robarle su poder, la habilidad de viajar entre universos paralelos. En nuestro mundo, el 616 para el Universo de Marvel, Stephen Strange despierta sobresaltado por su pesadilla para encontrar una realidad aún más aciaga: su ex pareja, la doctora Christine Palmer (Rachel McAdams), se va a casar y él está invitado a la celebración. Durante la ceremonia un monstruo con forma de pulpo gigante causa estragos en la ciudad en su persecución de la adolescente de los sueños de Strange, quien se entera por la chica de la existencia de los multiversos y de que, en uno de ellos, una versión de él ha muerto combatiendo a un demonio. Para salvaguardar la integridad de la muchacha, América Chávez (Xochitl Gómez), que no puede controlar su habilidad ya que surge cuando ella entra en pánico ante una situación de peligro extremo, Strange y su compañero en las artes místicas, el también hechicero supremo Wong (Benedict Wong), deciden llevarla a Kamar Taj, el templo de entrenamiento de los aprendices a hechiceros. Para reforzar la protección de América, Strange solicita la ayuda de Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), pero para su sorpresa la heroína se ha convertido en villana bajo el influjo de un libro oscuro, Darkhold, y ha decidido extraer el poder de América para trasladarse a un universo donde pueda estar con los hijos con los que sueña todas las noches, que habitan en uno de los mundos paralelos en donde ella es una feliz madre junto a sus adorados vástagos en lugar de una triste heroína que carga con la culpa de haber asesinado a su amado Ultrón. Así comienza una épica batalla en la que Strange y América viajan por múltiples universos para luchar por sus vidas y, por supuesto, descubrir que en los distintos universos algo inesperado que interpela su voluntad y hace crujir sus más firmes juicios siempre acecha para romper con los preconceptos.

Por las escenas de la película desfilan zombies, brujas y hechiceros, científicos, superhéroes, miembros de sociedades secretas y monstruos varios, que componen una variopinta fauna que viaja por las distintas dimensiones sin sentido alguno para encontrar que no necesariamente hay algo mejor esperando allá fuera y que a veces es mejor conformarse con lo que uno tiene en lugar de transitar un camino peligroso que puede generar calamidades. El film de Raimi se centra en la historia del cómic, que a su vez retoma las teorías del físico cuántico Hugh Everett sobre los universos paralelos realizadas a partir de hipótesis producto del desarrollo de la mecánica cuántica, ideas volcadas en la literatura que se volvieron parte de la cultura popular y exploradas recientemente por Marvel con éxito en una de las adaptaciones animadas al cine del Hombre Araña, Spider-Man: Into the Spider Verse (2018).

La historia es una clara metáfora sin mucha sutileza sobre la necesidad de América Latina de despertar de su posición geopolítica subalterna para comenzar a construir una historia soberana de igualdad. En este sentido, el personaje de Elizabeth Olsen, de apellido ruso, Maximoff, denominada la Bruja Escarlata, representa los poderes fácticos del planeta, empresas asociadas con gobiernos totalitarios, que siempre buscan saquear las materias primas de los países del Tercer Mundo, en este caso identificados con Latinoamérica. América se muestra durante casi toda la película como una adolescente que no puede controlar sus poderes y los avatares del Doctor Strange se debaten entre protegerla o quitarle su destreza para que no caiga bajo el control de la mujer que lucha con uñas y dientes para convertirse en madre.

Tanto Benedict Cumberbatch como Elizabeth Olsen componen a personajes que son héroes y villanos a la vez, según el universo en que se encuentren, pero a diferencia de otros films de la saga, aquí se hace hincapié en la cuestión de la elección personal, en el extravío del camino de la buenaventura hacia uno más oscuro que conduce a la destrucción, aunque también a la posibilidad de encausarlo para buscar una salida a la catástrofe. Sin duda alguna la película no pretende que el espectador reflexione demasiado sobre lo que ve, sino más bien dejarse llevar, reírse un poco si comulga con este sentido del humor, disfrutar de los guiños si tiene los conocimientos intertextuales a los que alude, y si no, al menos, ofrecer una estructura narrativa que deje una sensación de haber visto un espectáculo pirotécnico con efectos especiales bien realizados, actuaciones conformes y alguna que otra sorpresa.

Aunque la película tiene una gran cantidad de escenas de violencia, pequeños toques de terror y una estética tétrica asociada principalmente al personaje de la Bruja Escarlata, las posibilidades narrativas de la propuesta se ven completamente diluidas por el afán de complacer a los fans en todo momento, lo cual, hay que decirlo, funciona a la perfección, con golpes de efecto que dejan a los fanáticos anonadados ante tanta condescendencia. Desgraciadamente Doctor Strange en el Multiverso de la Locura desaprovecha la temática que trata, el concepto de los multiversos, al convertirla en un contexto sin sustento, dilapidando a su vez al elenco, del que solo se destacan Olsen, Cumberbatch y Wong. Con algunos guiños a Evil Dead y pequeñas dosis de lo que pudo ser un film más acertado o personal, Raimi construye una obra demasiado intrincada, llena de personajes que aparecen y desaparecen, con un desarrollo narrativo que se acelera tan vertiginosa como innecesariamente hasta el punto del sinsentido para no dejar nada afuera y sumar un granito más a un universo que ya le cuesta entender hacia dónde quiere dirigirse.