Dóberman

Crítica de Josefina Sartora - Otros Cines

A la hora de la siesta, una mujer (Mónica Raiola) prepara un tuco esperando la llegada de su hijo. Es su plato favorito, pero sobre todo el de su dóberman, un perro temible. Mientras tanto, habla por teléfono banalidades con una amiga. Allí llega Mirna, montada en su bicicleta, una mujer con evidentes problemas psicológicos y medicación encima, que Mercedes recibirá con aceptación y paciencia.

Filmada en tiempo real, la película está desarrollada en base al diálogo que establecen esas dos mujeres sentadas a la mesa. La talentosa Maruja Bustamante expone todo su histrionismo y fuerte corporalidad para caracterizar a Mirna, con su habla cansina, sus ademanes expresivos, su mirada torcida que insinúa ocultas intenciones. Temas cotidianos, chismes del barrio, prejuicios, juicios, envidias, contradicciones, la charla va subiendo de tono en un duelo hasta devenir una discusión trágica. El drama, montado con un realismo costumbrista que no descuida detalles.

Gestada en el ciclo Operas Primas del Centro Cultural Ricardo Rojas, Dóberman tuvo su éxito teatral, y se decidió llevarla al cine. El teatro filmado tiene sus riesgos, que aquí se procura salvar con algunos primeros planos, algunos exteriores del conurbano bonaerense, aunque hay una preferencia por el plano secuencia. Pero la base de la obra es el diálogo, la voz y dichos de los personajes, que revelan sus personalidades e intenciones. Tal es la base del teatro y, por ende, cinematográficamente el resultado es limitado.