Divergente

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Hace relativamente poco hice un post sobre los diez pasos a cumplir en una película que apunte a ser una saga teen: que el orden establecido sea horroroso para el personaje, que siempre se sienta fuera de lugar, enamorarse del menos indicado, el desarrollo del personaje para convertirse en el héroe (ver todo desde el punto de vista del perdedor no engancha a nadie), al menos uno de los padres no vive o se mueren durante la película pero la amenaza al orden está relacionada directamente con ellos, los personajes principales dilatan las relaciones sexuales en un intento de alargar los hechos románticos y son tentados a pasarse al lado de “los malos”.
Como un relojito, la película cumple nueve de diez pasos, pero luego están todos los otros supuestos giros que te demuestran que no hay fórmula infalible.
Esta es la historia de Tris, una chica que vive en un mundo futurista post guerra en el que la sociedad se divide en facciones para poder ordenarse y seguir adelante. El territorio está cercado por muros y más allá del muro no se sabe qué hay.
Cuando llega la adultez y ella tiene que elegir a qué facción pertenece, resulta que no pertenece a ninguna: es una Divergente. Los divergentes son peligrosos para la sociedad porque no se conforman y por eso hay un complot para eliminarlos.
Contamos con una villana altruista y que cree en su causa ante todo, dispuesta a morir por ella. Aparentemente siempre está en calma lo que hace que Tris cada vez esté más nerviosa y, cuando descubre lo que le puede suceder, se quiere camuflar en una facción.
Entrenamiento va, entrenamiento viene, conoce a su líder que claramente tenía que ser un chico lindo, misterioso, distante, que apenas se conecta con el resto pero que ella conquista. Claro está: él se siente fascinado y no amenazado por su característica de Divergente. Pero el resto del orden social no está muy de acuerdo con él.
Como todo film de ciencia ficción, es explicativo. Recordemos que la ciencia ficción trabaja sobre una proyección con base científica, por ende, tiene que justificar y explicar los elementos que utiliza.
Esto funcionaría si Niel Burger, el director, pudiera imprimirle ritmo o si el casting ayudara. Desgraciadamente, no sucede. El relato es lento y agónico y basado en una chica que es hermosa pero tiene muy poca gracia. Los actores mayores como la preciosa Ashley Judd, Kate Winslet y Tony Goldwyn defienden su trabajo, pero son los únicos. El resto son un atentado a su carrera. Y tampoco defienden la historia.
La película recupera una estética que tiene que ver con los espacios de ciencia ficción post guerra como muchas locaciones abandonadas, cuevas y refugios similares. Los colores siempre van entre el negro, el tierra y el verde pero quemado, para que la paleta no resulte muy viva.
Parece haber eternamente una capa de kippel que hace que todo parezca grisáceo. Honestamente, estas historias son como un placer culposo para mí, pero no encontré en esta ni una gracia. Un planteo desaprovechado, actores poco carismáticos, lenta en su relato y plagada de lugares comunes pero de los malos, porque ni siquiera se me plantea un triángulo amoroso. No se van a llevar mucho más que pochoclos de esta peli.