Divergente

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Fuera desector

Para renacer, en un futuro posapocalíptico, la civilización divide a la población en facciones denominadas Erudición, Cordialidad, Osadía, Abnegación y una quinta, menor, en la que quedan excluidos el conjunto de desclasados. Al llegar a la mayoría de edad, todos deben hacer un test que indica a cuál de los cinco grupos corresponden sus valores; así Beatrice Prior, criada en un hogar de abnegados, descubre que es una divergente, una suerte de espíritu libre que podría poner en riesgo al sistema.
Con la complicidad de su evaluadora, Beatrice oculta el resultado del test; se reafirma como abnegada, para evitar caer en el indeseable grupo de desclasados. No obstante los resultados (y esta es una notoria incongruencia del guión), las leyes la obligan a elegir una facción y Beatrice opta por Osadía, la rama guerrera que protege a la sociedad, dirigida por Abnegación pero reclamada en la clandestinidad por el faccioso grupo de Erudición. Ya en Osadía, la protagonista, rebautizada Tris, atravesará tortuosos ritos iniciáticos con la recompensa de salvar al mundo y vivir una historia de amor.
Adaptación de la novela homónima de Verónica Roth, Divergente aborda la transitada ciencia ficción utópica de Un mundo feliz (incluso resulta más eficaz que cualquier adaptación de la novela de Aldous Huxley) pero es, en el fondo, otra revisión de El patito feo y su moraleja sobre el crecimiento y la inadaptación. El director Neil Burger (El ilusionista; Sin límites) tensa la historia y maneja con atención cada vínculo de Tris con su entorno. Pese al tono edulcorado y el final abierto a una secuela (habría dos en camino), Divergente es un éxito para fans de aquellos films que entrecruzan el cine de aventuras y la ciencia ficción.