Dioses

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Los nuevos ricos peruanos

Todo aparece a medias en Dioses, coproducción argentino-peruana dirigida por Josué Mendez bajo un registro que oscila entre la parodia -sin ahorrar estereotipos- y el costumbrismo televisivo, con un elenco dispar y en algunos casos demasiado ampuloso. Esa medianía influye negativamente en las historias que se van entrelazando a medida que dos puntos de vista toman el control del relato: el de Elisa, una joven coya venida a más que acaba de entrar por la puerta grande al mundo de la clase alta peruana, seduciendo a un hombre mayor que ella de muy buena posición económica que no tarda en consentirle sus caprichos; y por otro lado el punto de vista de Diego, el hijo mayor y elegido por su padre para continuar el reinado de una empresa metalúrgica, quien secretamente siente una atracción sexual por su hermana Andrea.

Ambos personajes, tanto Elisa como Diego, comparten dos cosas en común: una casona decorada al mejor estilo kitch rodeada de objetos y empleadas domésticas y la sensación de no pertenecer a ninguna parte, pese a provenir de distintas clases sociales e historias de vida muy diferentes. Diego parece sentirse atrapado en ese mundo vacío y materialista que lo rodea aunque procura mitigar su dolor concurriendo a fiestas donde su hermana Andrea siempre da la nota con algún hombre o emborrachándose. Por su parte, Elisa procura a toda costa integrarse en el mundo snob de las mujeres burguesas que se reúnen a discutir versículos de la biblia mientras toman el té, y disimula su aburrimiento ensayando poses y gestos frente al espejo como parte del precio que esta dispuesta a pagar para arribar a una clase social que antes veía sólo por televisión.

Con un aire de tragedia que nunca termina por concretarse y sin superar los rasgos característicos que definen a las clases sociales, el film (que data del año 2008 y recién se estrena en los cines locales) se estanca en el juego de formas para abandonar conscientemente el contenido y se vuelve predecible, incluso con ciertas vueltas de tuerca en la trama que no hacen más que confirmar la hipocresía de los ricos frente a la sencillez de los pobres.