Dios mío, ¿Qué hemos hecho?

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Un poco de amor francés

Las críticas al multiculturalismo y a la mirada de la burguesía francesa en su afán de conservar los nacionalismos más retrógrados hacen blanco aunque de manera inofensiva -pero no por ello menos irónica- en esta taquillera comedia que supera en algunos segmentos a la media de productos comerciales europeos que pretenden, sin éxito, quitarle terreno a los consumados tanques norteamericanos, fronteras afuera.

La premisa resulta por lo menos interesante al instalarse en el seno de una familia prototípicamente francesa, Los Verneuil, constituida por marido y mujer sin mayores crisis en la pareja que las de la rutina y la incompatibilidad de caracteres ante la idea de tolerancia frente a los futuros yernos. Es que sus hijas deciden cortar de cierta manera el linaje galo para casarse y así incorporar a un árabe, un judío y un chino a sus vidas, motivo por el cual el sueño de sus padres queda hecho añicos. No obstante, la esperanza de inclinar la balanza nuevamente hacia el lado de Francia se deposita en la única hija soltera, quien anuncia con bombos y platillos la existencia de un pretendiente.

Entre la adaptación y la tolerancia forzada de ciertas culturas no afines a la francesa, Claude (Christian Clavier) y Marie Verneuil (Chantal Lauby) a veces deben soportar que sus respectivas hijas casadas los tilden de racistas ante cualquier comentario de desagrado o que suene políticamente incorrecto, hecho que conlleva un distanciamiento lógico a pesar de los esfuerzos y los propios conflictos entre los mismos yernos en cualquier reunión familiar.

Sin embargo, todo se exacerba al conocerse la novedad del noviazgo de la última hija soltera, quien por motivos que aquí no revelaremos dilata la presentación de su futuro esposo a la familia para evitar mayores conflictos con los padres del pretendiente.

La religión y la familia como eje de los conflictos son utilizados como disparadores reflexivos en esta jocosa propuesta del director Philippe de Chauveron, oportuna y paradójica teniendo presente los lamentables sucesos acaecidos hace muy pocos días en Francia, donde la intolerancia primó sobre todo tipo de raciocinio y pensamiento libre. Algo que solamente por el título de esta cinta francesa, que emplea el nombre de Dios, hubiese sido suficiente para desatar otra tragedia.