Diletante

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Cuando no huye el día

Diletante es la ópera prima de la realizadora Kris Niklison, más conocida por su trabajo como actriz y coreógrafa. Este documental, producido por Lita Stantic, es una mirada a la vida de su madre, Bela Jordan, una mujer de 80 años quien vive sola en su estancia de un pueblo santafesino.

Este film tiene una particularidad en la forma de representar, a pesar de ser un documental: la cámara se detiene por largos ratos en diferentes objetos que integran la vida cotidiana de Bela a través de un plano detalle (primerísimos planos a objetos o partes del cuerpo).

En Diletante estos planos crean un mundo de iconicidades que como piezas de un rompecabezas arman el mundo de la protagonista, como ella a su vez arma el propio durante el film. Los anteojos de Bela, la lupa, las arrugas de su cara, el rompecabezas, funcionan como íconos de la vejez. Sin embargo también están allí objetos que una señora mayor no suele poseer: la notebook, el dvd, la sierra eléctrica y el celular con el que Bela manda mensajes de texto. Lo novedoso, lo cambiante, lo efímero está ampliamente integrado a su realidad.

Este contraste de épocas representado en estos planos, comienza a romper con el concepto de lo viejo y -junto a este- de la muerte. Sí entonces comienza a gestarse la idea del tiempo subjetivo. La misma protagonista afirma que cuando uno llega a los 80 años tiene tiempo de hacer lo que quiere y por eso la describe como “la época más linda de su vida”. Se crea una mirada poco usual en lo referente a la vida en la ancianidad. De hecho, Bela no se perfila como una anciana cansada y aburrida sino como un ser en la plenitud de su existencia.

Hay dos personas más en su mundo: Cata, su mucama, con quien habla todo el tiempo pero que nunca aparece en cámara; y el peón de su estancia, un hombre aislado y de quien nunca escuchamos la voz pero con quien Bela se comunica. Si bien a este hombre, a diferencia de Cata sí aparece en cámara, se rebela como una incógnita para la propia Bela quien lo observa sin entenderlo.

A lo largo del film los diálogos (más bien monólogos que mantiene Bela con su mucama) están rodeados por un halo de sabiduría y humor. En cada palabra deja entrever una persona lúcida que no está a la espera de la muerte sino que decide entretenerse como elección de vida. A sus 80 años entiende que el goce, la adaptabilidad, la diversión son pilares que nunca deben perderse.

Por último, es la propia Bela la que concluye y le da un sentido final al film. De esta forma, el espectador puede llegar a entender por qué razón documentar la vida de su madre resulta una decisión más que acertada por parte de la directora.