¿Diferente de quien?

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Jugando con las diferencias

¿Qué pasa cuando un hombre abiertamente gay se decide postular como Intendente en una ciudad ultraconservadora del norte de Italia, y utiliza su homosexualidad como elemento dentro de la campaña electoral?

Piero (Luca Argentero) siendo gay, milita activamente en el Consejo Municipal y luego de una situación completamente imprevisible, termina siendo el candidato a Intendente por un partido de centro-izquierda.

La opera prima de Umberto Carteni se mete en el mundo de las comunas, de la política y de las minorías sexuales justamente describiendo a un pueblo completamente tradicional y cerrado que se contrapone con el pensamiento de Piero.
Sin ir más lejos, su compañera de fórmula es Adele (Claudia Gerini), uno de los exponentes de mentalidad más rígida que tiene el partido: tradicionalista a ultranza, opuesta a todo lo que tenga que ver con valores diferentes que la sociedad trata de incorporar.

Aquí es donde comienza a plantearse uno de los ejes principales de esta comedia: polos opuestos que se atraen, personalidades completamente contrapuestas que por una situación particular tienen que compartir un mismo espacio común.
Todo se complica mucho más aún cuando Piero y Adele comiencen a sentirse mutuamente atraidos y evidentemente escape a cualquier encasillamiento en el terreno de lo sexual que ellos quieran darle.

Y durante toda la comedia comenzará a flotar y tratar de develarse la pregunta "Es necesario ponerle alguna etiqueta a esto que (les) está pasando?".

Piero ama a Remo (Filippo Nigro) su compañero desde hace muchísimos años, pero tambien se siente sexualmente atraido por Adele, con una pasión desconocida para él, que le resulta imposible de contener. Adele, que parecía estar tan firme y tan segura dentro de todas sus estructuras, empieza a ver cómo su universo de seguridades se desmorona cuando no pueda evitar responder a la atracción que Piero siente por ella.

El juego de confusiones sexuales se completa con el condimento de tener que guardar una cierta "fachada", una cierta forma que responda a los intereses políticos del partido, a la imágen que hay que seguir dando para el electorado, lo cual hace el juego más interesante y divertido.
El tono que plantea Carteni es, de por si, liviano y tradicional. Aprovecha a tomar con humor y con un tono de comedia típicamente tradicional, algunas aristas de un tema como el matrimonio igualitario, el derecho a la igualdad y la libertad de las minorías sexuales, que tiene tanto peso y vigencia en la actualidad.
Si "Diferente de quien?" funciona y cumple con sus objetivos a través de su amable tono de comedia sin intenciones profundas, es ,en gran medida, gracias a la química que aparece desde las primeras escenas entre Luca Argentero y Claudia Gerini, una pareja que es tan creíble en sus dudas, en su incertidumbre y en la desorientación de una atracción física imposible de contener.
Filippo Nigro también logra una muy buena actuación parándose como el tercero en discordia en esta nueva conformación de la pareja y juntos, los tres protagonistas funcionan acompasadamente con el ritmo que le imprime el director.

El trio de protagonistas del film italiano

El derecho a la adopción gay, la paternidad - la maternidad, el divorcio, las elecciones sexuales, los mandatos familiares y los valores tradicionales, son puestos en juego agregándose además una mirada dentro del mundo de la política, sin que en ningún momento la comedia tome un tono solemne ni discursivo para encarar ninguno de estos temas, sino que se van mezclando enriqueciéndola con una mirada actual y abierta.

Si bien no hay ningun aporte extramadamente novedoso ni en los temas que aborda, ni en la forma en que son planteados -ya que responden al esquema más conocido de la comedia tradicional-, "Diferente de quien?" es un entretenimiento bien construido, siguiendo las reglas básicas en las que se apoya cualquier buena comedia (parejas desparejas, confusiones, ritmo de vodeville y juegos de apariencias) logrando interesar aún en sus momentos más previsibles.