Diez menos

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Menos diez

Suerte de comedia al estilo Alberto Olmedo y Jorge Porcel es Diez menos (2018) pero con Diego Pérez, un intento de hacer humor con formato televisivo y con un guion lamentable que atrasa décadas.

Todo comienza cuando a Quique (Diego Pérez) lo persigue la desgracia: pierde el trabajo, su mujer lo deja, lo seduce una vecina casada, y hasta el cura de la iglesia –donde es monaguillo- no le tira una soga en su mala suerte. La fatalidad en clave de comedia y con Quique gesticulando su malestar es el cmún denominador de esta comedia fallida. Actúan también Roly Serrano (el pizzero), Jimena Anganuzzi (la chica nueva de la iglesia) y Ernesto Claudio (el jefe gallego).

Hay una carencia de comedias y comediantes. Es cierto, a la muerte de Emilio Disi se le suma el afán de Guillermo Francella por ser considerado un actor “serio”. Los tiempos de Olmedo y Porcel quedaron en el pasado, y el tipo de humor que pregonaban, también. Las épocas de corrección política terminaron por socavar las posibilidades de reírse, y salvo Diego Capusotto, no quedan humoristas que sobrevivan a esa camada de actores que alguna vez fuera muy exitosa.

Diez menos trata de hacer con Diego Pérez -que hace lo que puede- un humor antiguo que mezcle la acción episódica de las películas familiares de Enrique Carreras con momentos de ternura que supo manejar muy bien Francella en sus comedias para toda la familia, al pasar de un registro cómico a otro dramático.

Los directores Daniel Alvaredo -que también actúa- y Roberto Salomone, con guion de Osvaldo Cascella, tratan de revivir ese estilo de comedia pasatista apta para todo público pero la pifian en la mayoría de los mandamientos: No es graciosa, no tiene ritmo y con Diego Pérez y personajes sobreactuando, no alcanza. El estereotipo social llevado a un extremo paródico invita a las risas grabadas de la televisión para hacer eficiente la sonrisa que no llega.

El resultado es un producto muy menor, que no encaja con los códigos de humor actuales ni con las exigencias de un espectador contemporáneo. Que hay que reinventar al humor es cierto, pero esta no es la manera.