Días de vinilo

Crítica de Laura Dal Poggetto - Función Agotada

Con una pequeña ayuda de mis amigos

Días de Vinilo empieza con un momento mítico en la historia de la amistad entre cuatro chicos: una lluvia de vinilos que caen desde una ventana hacia la calle, directo a las manos de los protagonistas. Desde ese momento, como el narrador (Damián, el personaje de Gastón Pauls) comenta, el escuchar los vinilos hará las veces de rito de pasaje para los cuatro adolescentes, que a la par de su amor por la música, descubren su amor por las mujeres. Un amor a la distancia, claro, como para cualquier puber que ve al objeto de su afecto como algo inalcanzable (tan inalcanzable como ver cara a cara a alguno de los músicos que escuchan obsesivamente).
Y veinticinco años después, encontramos a Damián y sus amigos en un momento donde no mucho parece haber cambiado. Todos están atascados en algún aspecto de sus vidas. El personaje de Pauls no termina de olvidar a su ex, una crítica interpretada por Carolina Peleritti, que lo dejó porque él no tenía suficiente ambición. Y ahora se encuentra sin novia y sin poder avanzar en el guión de su próximo film. Luciano (Fernán Mirás), un locutor de radio, se obsesiona por las llegadas tarde y las compañías masculinas de su novia, una cantante pop en alza, interpretada por Emilia Attias. Marcelo (Ignacio Toselli) sigue tocando en la misma banda tributo a Los Beatles que tiene hace más de dos décadas y tiene encuentros fugaces con las extranjeras a las que les alquila una habitación de su casa. Y Facundo (Rafael Spregelburd) es el que tiene una vida más cercana a la estabilidad, pero a punto de casarse y habiendo dejado de lado su sueño de ser compositor para trabajar en una funeraria, empieza a dudar de ambas elecciones.
Pronto los cuatro amigos deberán salir forzados del letargo. Damián conoce a Vera (Inés Efrón) que lo ayudará con su guión, muy a pesar de él, que tiene varias reuniones con Leonardo Sbaraglia (haciendo de él mismo, en un muy buen "cameo" recurrente) para que lo protagonice. Marcelo recibe en su casa a Yenny y deberá enfrentarse al síndrome Yoko Ono con el que su mente conspira. Facundo tendrá que decidirse si se deja llevar por viejos sueños de rock star componiendo para Lila (Attias) y alejarse de su futura esposa Karina (Maricel Álvarez), productora en el programa de Luciano.
Días de Vinilo comparte -deliberadamente- varias de las características que se suelen asociar a la nueva comedia americana. Ante todo, y para destacar, el timing de los chistes -que abundan-, son buenos, parejos a lo largo de todo el metraje y por momentos no dan descanso. Por otro lado, el mundo de referencias a la cultura pop, que servirá como atractivo para muchos de quienes vayan a ver la película y que estén al tanto que Gabriel Nesci (escritor y director del film) es el creador de la serie de Todos Contra Juan, en el que prevalecían las mismas características. Si nos ponemos en cínicos, algunas referencias pueden sonar forzadas, como por ejemplo el equilibrio canónico en las listas de músicos enumerados, con un cálculo parejo de bandas más reconocidas como Los Beatles y artistas un poco más alejados del mainstream como Leonard Cohen y Tom Waits (y que en boca de ciertos personajes suena más al recitado de la lista de compras en una verdulería para armar una ensalada de frutas gigante).
Además, hay un fuerte elemento de bromance (la amistad entre hombres vista como una historia de amor que suele coincidir con protagonistas emocionalmente inmaduros que actúan más como púberes previos al despertar sexual y prefieren la compañía de sus amigotes) que en definitiva sirve como la gran historia de amor que enmarca a la película. La otra gran historia de amor macro en el film, es obviamente, por la música.
Así es como en Días de Vinilo hay varias historias de amor entrecruzadas: por la música, entre los cuatro amigos y la de cada uno del cuarteto para con sus parejas, ya sean las existentes, las pasadas y las potenciales.
Aún así, no todas las actuaciones son parejas. Gastón Pauls encarna una versión cinematográfica del letárgico Juan Perugia que interpretaba en el programa creado por Nesci para la TV. Spregelburd compone a una versión un poco más amable del pedante de clase media educada con el que protagonizó El Hombre de al Lado. A Mirás y Toselli les queda el lugar de comic relief. El primero se destaca como una versión a la décima potencia en neurosis del protagonista de Alta Fidelidad (la comparación es casi inevitable: con las listas, los discos y el motto de "a través de la música que una persona escucha, uno puede saber quién es") pero consigue que no sea una completa caricatura y que genere empatía. El personaje de Marcelo, en cambio, es el más estructurado y con menos recursos para poder salir del lugar de alivio cómico.
Las mujeres de Días de Vinilo corren con menor suerte. Los personajes femeninos se dividen en mujeres copadas y mujeres no tan copadas. Las primeras son las que ayudan a los protagonistas a avanzar en sus vidas y los acompañan. La Vera de Inés Efrón es una de ellas, y su personaje queda reducido a sólo eso. En cambio, Maricel Álvarez como Karina logra un personaje más humano y completo, con dudas e intereses propios. La otra clase de mujeres, son las que pretenden que los protagonistas cambien: Ana (Peleretti) y Attias como Lila, que no aguanta los celos de Luciano y seduce a Facundo. Coincidentemente, éstos dos son los personajes femeninos que demuestran un interés en avanzar en sus carreras personales.
De todos modos, Nesci logra exitosamente un equilibrio entre todos los elementos puestos en juego y vueltas narrativas, para que cada una de las historias sean desarrolladas y tengan una conclusión: con guiño incluido de circularidad una vez que los cuatro amigos crecen y se dan cuenta que es hora de darle el pase a la siguiente generación.