Días de vinilo

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Aunque parezca dirigida sólo a un par de generaciones muy específicas, Días de Vinilo depara tanto desenfreno nostálgico y emotivo, que el disfrute sin pausas que recorre todo su metraje puede resultar afín para cualquier tipo de público. El cineasta debutante Gabriel Nesci, que demostró con creces su creatividad y talento en la TV con Todos contra Juan, recorre con su film las vicisitudes personales y fraternales de cuatro auténticos loosers llenos de coincidencias y a la vez dueños de un universo tan propio como patético. En sus alternativas predominan los encuentros y desencuentros amorosos y la pasión por la música y los discos de vinilo, en una trama que se va subdividiendo en mini historias que nunca resienten la unidad narrativa del film. Más allá que haya que convenir que la película remita a otras, lejanas y cercanas, y que algunas escenas estén armadas en pos de buscados efectos, Días
de Vinilo es tan entrañable, regocijante y plena de innumerables hallazgos expresivos, que merece un apoyo fervoroso. Además de sus múltiples homenajes musicales, entre otros minuciosos detalles generacionales, la película se realimenta permanentemente con un cuarteto protagónico brillante, en el que
Fernán Mirás alcanza momentos desopilantes e Ignacio Toselli, Gastón Pauls y Rafael Spregelburd logran personajes memorables. Se destacan además la encantadora Inés Efrón y Leonardo Sbaraglia, fenomenal en una autoparodia que es una clara referencia a la impronta de Todos contra Juan. Una banda de
sonido sin desperdicio termina de optimizar una imperdible comedia nacional de aliento universal.