Días de ira

Crítica de Fernando López - La Nación

Sanguinario vengador anónimo modelo 2009

Gerard Butler, el hombre enceguecido por la ira

Tal vez Días de ira quiera ser una edición 2009 de El vengador anónimo ; al menos parte de una premisa similar, aunque después todo se amplifique y exagere hasta el desatino. No han pasado cinco minutos de proyección cuando Gerald Butler, padre de familia afectuoso y algo incauto, abre la puerta de casa sin preguntar quién es y se topa con un par de depravados que lo desmayan de un golpe, violan y asesinan a su mujer y a su hija y lo dejan agonizando. Como es un ciudadano respetuoso de la ley (lo dice el título original), confía en la justicia y en particular en un fiscal (Jamie Foxx) que tiene el mejor récord de condenas de toda Fildadelfia.

Algo siempre falla

Pero ya se sabe que algo tiene que fallar, y falla: sólo uno de los dos asesinos es condenado a muerte. El otro pasará diez años en prisión. Los suficientes para que el protagonista transforme el duelo en furia, planee lenta y cuidadosamente su venganza y, llegado el momento, la ejecute del modo más sanguinario y más radical: ningún responsable de su desdicha quedará sin el merecido castigo. Con lo cual demostrará que puede ser un monstruo mucho más perverso que quienes le destruyeron la vida, que le sobran imaginación y astucia para ganarles en ingenio al fiscal, a la policía, al Poder Judicial y al Estado entero y que cuenta con un presupuesto y un know how que dejarían pálidos de envidia a 007 y a todo el servicio secreto de su majestad.

Podrá no creerse nada de lo que se ve en pantalla (la dosis de gore parece excesiva), pero queda demostrado que F. Gary Gray y su libretista están dispuestos a sacrificarlo todo en busca de un presunto (y esquivo) suspenso. Incluida la lógica más elemental.