Diario de un seductor

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

Cuba libre

La adaptación de la novela de Hunter S. Thompson es más fiel de lo que la traducción del propio título realiza. Así Diario de un Seductor es una falacia gigante. No existe ningún seductor en esta película a excepción de que quizás el ron o el dinero lo sea. Ahí no estaría tan desacertado. Pero se entiende que la razón de esa traducción no deja de ser un ardid aprovechando que el actor principal es el bueno de Depp. O sea, vender una de "amor."

Nada de eso. Ni siquiera existe la idea "romántica" del periodista perdido en un lugar exótico. Porque acá los frustrados escritores devenidos en periodistas solo toman alcohol y duermen en pocilgas. Y es cierto que está esa bomba llamada Amber Heard dando vueltas (su aparición es de un magnetismo tremendo) pero la historia no decanta para ese lado, solo hay insinuación, algún flirteo, todo inconcluso y bastante frustrante.

La historia es la de un escritor llamado Kemp (Deep) que cae en San Juan de Puerto Rico para trabajar como periodista en un diario que, literalmente, es un caos. La bebida más barata de Puerto Rico es el ron, imagínense el resultado. Su compañero de aventuras será Bob Sala, fotógrafo del diario y tan buen bebedor como él. El factor que rompe esta armónica fluidez de alcohol es el empresario interpretado por Aaron Eckhart, personaje sinuoso, dueño del oro y el moro. Incluida la rubia tentación dorada.

Me sorprendió la fidelidad del film a muchos momentos de la novela, logra transmitir el aire de aguafuerte a la historia. La parte de crítica política esta presente: los tiburones blancos (americanos vacacionando en ese patio trasero llamado Puerto Rico), la corrupción en busca de la explotación comercial (y lo prescindible que resultan sus habitantes), alguna referencia a la política de los 60. Quizás donde queda en deuda es en el caótico relato. La entrada y salida de personajes la hacen ligera pero dispersa la historia restándole consistencia. Una pila de anécdotas en Puerto Rico que para una novela es valida pero que en una película deja un sabor indefinido, inacabado.