Diario de un seductor

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Peligro y ron en Puerto Rico

Depp vuelve a encarnar a Hunter Thompson.

Los cinéfilos conocerán al excéntrico Hunter S. Thompson por la anterior adaptación de uno de sus textos, acaso el más célebre de todos, Miedo y asco en Las Vegas , que dirigió Terry Gilliam hace 14 años. Pero la figura del periodista y escritor, alcohólico y experimentador variado excede y por mucho los límites del cine. Interpretado aquella vez y también ahora por Johnny Depp –amigo íntimo de Hunter en los últimos años de su vida: se suicidó en 1998-, el hombre encarna a la perfección al mito del periodista/escritor que transforma su vida en su arte, o viceversa.

Diario de un seductor (título engañoso si los hay: el original es “Diarios del ron” y la novela se llamó aquí Días de r) podría ser una trama de iniciación: la historia de cuando un escritor encontró su propia voz. Thompson la escribió en los ’60 pero no la consideró digna de ser editada y recién se publicó en los ’90 por insistencia de Depp. El libro -y la película dirigida por Bruce Robinson- transcurren en 1960 cuando un entonces joven Thompson viajó a Puerto Rico a trabajar en un diario local y terminó, casi casualmente, dando un vuelco importante a su vida.

Entonces un alcohólico “en la franja más alta del bebedor social”, Paul Kemp (así se llama el personaje en la ficción) empieza a mezclarse en la complicada vida de la San Juan en la que, gracias a la compañía del fotógrafo Sala (Michael Rispoli), comienza a conocer los placeres del ron y, con la “ayuda” del sinuoso Sanderson (Aaron Eckhart) llega a descubrir no sólo la corrupción imperante sino a una bella mujer (Amber Heard) que, lamentablemente, es la esposa de este intrigante operador.

Así, mientras no logra ser útil a su periódico -que sólo quiere dar buenas noticias sobre la isla- y bebe cada vez más, el descubrimiento de una operación hotelera gigante en una isla desierta lo lleva a cuestionar lo que pasa allí. A eso hay que sumarle, claro, la posibilidad de quedarse con la chica.

Episódica, errática, por momentos atrapante y por otros irrelevante, Diario de un seductor interesará más a los que quieran saber de los inicios del escritor o los fascinados por la recreación de lugar y época. Estarán los fans del actor, que pese a ser el instigador principal del filme, no parece demasiado compenetrado en lo suyo. O tal vez, como el personaje que interpreta, también vea todo desde la idiosincrática distancia y los momentos de revelación que da el alcohol, en una película a la que también se siente un poco así, entre copa y copa.