Diablo

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Los aficionados al cine Clase B (digámoslo, con B de berreta) estamos de para bienes, en las últimas semanas estamos teniendo una serie de estrenos que, bien diferentes entre sí, todos llevan la misma impronta. A las recientes Un amor de película y El décimo infierno (de estreno comercial esta semana), hay que agregarle ahora Diablo, el sorprendente policial negro de Nicanor Loreti, sorprendente en varios sentidos.
Es la historia de Marcos Waisberg (El Inca del Sinaí), un ex boxeador que debió/quizo retirarse luego de matar de un puñetazo a su contrincante. Marcos se encuentra en un espiral de degradación constante, y la llegada de su primo Hugo sólo complicará las cosas. Hugo es el típico porteño que se cree piola, un mafioso de poquísima monta que encima anda detrás de unos negocios más que turbios. Marcos sólo quiere pasarla tranquilo, especialmente ese día, pero el destino no lo quiere, y junto a Hugo van a vivir horas extremadamente violentas, un derrame de hemoglobina que puede impactar algún desprevenido. Estos dos personajes se irán cruzando en su travesía sangrienta con personajes aún más borders que ellos... hasta que sí, todo se salga de control, mucho más de lo que estaba entonces. No es bueno adelantar nada, el viaje que se nos ofrece es un viaje de ida, y es mejor disfrutarlo a desconocimiento.
Digámoslo ya, no hay reproche posible para "Diablo", Loreti, viejo conocido del mundo del terror, fantástico y la acción más visceral, construye un todo perfecto; cada detalle en particular está extremadamente cuidado, y aunque determinados elementos parezcan logrados al azar, se nota una mano dúctil detrás. No por nada ganó la Competencia Argentina en el Festival de Mar del Plata.
Juan Palomino simplemente nos deja con la boca abierta ante tamaña composición de Marcos Waisberg, es un hombre golpeado, una bestia, un pobre tipo, del que sin embargo se tiene empatía, es EL antihéroe; y Palomino nos hace creer todo (lo mucho) que le sucede en su interior. El Hugo de Sergio Boris también es una criatura en definitiva hermosa, un chanta tan despreciable como querible. En definitiva, el espectador goza viendo las (des)venturas de estos dos seres perdidos. También habrá lugar para secundarios destacados de Luis Aronoski, Luís Ziembrowski y hasta de ¡¡Kato, el Ninja!! (Hugo Quiril).
Los rubros técnicos también son altamente remarcables, Nicanor Loreti hace uso de todo los recursos que tiene a mano, y desdobla el relato de mil maneras, a su antojo, va hacia delante y hacia atrás en los tiempos, cuenta hechos paralelos, y a todo le otorga una estética diferente, fascinante... y sin embargo logra que el espectador no se pierda. El argumento (otro punto fuerte, desquiciado, pero atrapante) se sigue con interés, a la altura de los grandes thrillers, y además se le adosa buenas cuotas de humor.
Como dije al principio, el espíritu Clase B esta presente desde el principio, mucho en decisiones deliberadas, se busca el impacto, el humor desde lo grotesco lo absurdo, y por supuesto, lo guarro. Aclaremos, Diablo no es un film para todos los públicos, mucho menos para el sensible. Para adentrarse en su juego hay que saber que entramos a un mundo donde lo más impresionable es posible, y en dónde todo puede ponerse peor que hace un segundo: hay violencia en todos las formas y formatos posibles, y se hace una celebración de eso; y si bien puede ser interpretado como parodia, nunca es burla.
Otro hallazgo, la banda sonora cargada de heavy metal se funde completamente, es necesaria.
"Diablo" tiene lo mejor de la época dorada del cine que evoca, pero siendo original, sin imitar a rajatabla el molde; nada tendrá que envidiarle, por ejemplo, a los mejores años de la Cannon Group Films. Leí varias veces que se compara a Loreti con otros competidores hollywoodenses como Tarantino y Ritchie, en mi opinión Diablo es una producción que respira por sobre todo argentinidad.
Este film nos invita a completar una aventura, y aquellos corajudos que aman el género, no deberían perdérsela.