Diablo

Crítica de Alexander Brielga - Cine & Medios

Ni siquiera en la lona

No tuvo suerte Marcos Wainsberg, mejor conocido como "El Inca del Sinaí", en su última pelea. En el último round, luego de ser castigado durante todo el encuentro, Marcos acabó con su rival de un solo puñetazo; lo mató, literalmente.
Peruano, peronista y judío, Wainsberg (Juan Palomino) luce orgulloso los perfiles de Perón y Evita tatuados sobre su pecho, sobre el que también impone su gusto por el metal, con remeras de Riff o V8. Una mañana el teléfono lo despierta, del otro lado una voz femenina le propone una cita. A partir de entonces Marcos tiene tres horas para ordenar el caos que es su casa y así recibir a la señorita. Es en plena tarea de fajina cuando el timbre suena. Es Huguito, el primo de Marcos, que llega para desatar otro caos, uno sangriento.
Con evidentes influencias de Guy Ritchie y Tarantino, Loreti logra un producto final propio y auténtico. Lo consigue gracias a la labor de actores que definen un registro adecuado para sus personajes, más el toque localista en modismos y puesta en escena. Por momentos desopilante, con buenas escenas de acción y otras de humor negro -bien cargado-, "Diablo" escapa del molde de cine "bizarro" y berreta con el que algunos todavía juegan, para presentarse como un buen producto para el público que gusta de historias marginales, aderezadas con sangre y todo lo demás.