Día de la Independencia: Contraataque

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

No importa de qué lado del mostrador esté - a favor o en contra -, lo cierto es que Dia de la Independencia (1996) es un innegable clásico de culto. El escenario era fantástico, las secuencias de ataques y batallas aéreas eran memorables, y se trataba de un espectáculo masivo de primer nivel. El problema es que, cuando se callaban los disparos hablaban los actores, dejando salir a luz el atroz script pergueñado por Dean Devlin y el cual arruinaba los logros del filme. Por mas que el inicio de su carrera - y sus mayores éxitos - estuvieran marcados por su sociedad con Devlin, lo cierto es que las películas mas sólidas de Roland Emmerich son aquellas en donde Don Dean no figura en los créditos. Devlin es un generador serial de personajes y diálogos idiotas, y sobre él recargaría yo gran parte de la culpa por la cual medio mundo defenestró a Dia de la Independencia: Contrataque. Es un filme menos estúpido que ID4, pero ello no significa que sea mas inteligente o comprador. Si ID4 funcionaba era porque era simple, pochoclera y estaba filmada con gran tensión, lo que hacía perdonable los momentos imbéciles de la trama. Acá la cosa es mas prolija y elaborada, pero también es mas aburrida, chata y traida de los pelos. Mientras que el Acto I es formidable, la aparición de la nueva (e hipermasiva) nave madre de los agresores extraterrestes marca el declive del filme. Es todo tan banal y sobrecargado, tan improvisado y poco coherente que termina hastiando incluso en el pirotécnico final.
Yo no creo que las distancias temporales necesariamente maten una franquicia: vean sino Jurassic World y después diganme. El problema es que 20 años es un período mas que razonable para pergueñar una historia interesante, fresca y sólida, detalles que están en falta en Dia de la Independencia: Contrataque. Pareciera que el script se hizo a las apuradas en los 6 meses previos, metió mano demasiada gente, arrancaron de una buena base y después no supieron para dónde seguir, razón por la cual se dedicaron a reciclar los mejores momentos del filme original: destrucción masiva del mundo, gente conectada mentalmente con los invasores, ataques masivos que fallan y se vuelven trampas mortales para los atacantes, y una emboscada final que para en seco a los millones de alienigenas que están masacrando el planeta. Este último detalle es tan idiota que no hay manera en que resulte digerible.

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En sí, Dia de la Independencia: Contraataque funciona como una pieza de historia alternativa. El 2016 del filme no es el actual; la humanidad avanzó centurias gracias a la depredación de tecnología alien procedente de las naves capturadas. Hay armas de rayos de todo tipo y color, super naves espaciales, bases lunares dotadas de escudos de energía y cañones espaciales... Claro, el detalle es que si nosotros tardamos 20 años en replicar la tecnología extraterrestre, los invasores tuvieron 20 años para expandirla y superarla. Eso queda claro en los primeros cinco minutos de ataque extraterrestre, en donde todas las superarmas terrestres se quedan cortas o resultan anuladas. Mientras tanto tenemos una ensalada de personajes que no resulta del todo interesante. Como para justificar el pedigree regresan montones de caracteres históricos, pero la mayoría resulta superfluos. Bill Pullman está porque tiene que dar algún discurso rimbombante, a Brent Spiner lo reviven porque tiene que decir alguna huevada, Judd Hirsch vuelve para decir algunos chistes judíos, Vivica A. Fox dejó de ser la stripper reina de los caños para convertirse (de manera poco creíble) en Florence Nightingale, Will Smith es un fiambre y su hijo es un adorno que sólo existe para recordarnos de que a Smith le pareció poca la viyuya que le ofrecieron para rememorar su papel. El único útil es Jeff Goldblum, el cual figura mas callado y apagado que otras veces pero al cual le tocan los mejores momentos del filme.

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Los nuevos personajes son un adorno de cartón pintado. El hermano de Thor sigue robando con el apellido Hemsworth pero no hace nada ilustre (sólo sigue obteniendo papeles debido a ser el boytoy de Miley Cyrus); el dichoso hijo de Will Smith (¿se acuerda del negrito feo que señalaba la nave madre en ID4?) se la pasa de mal humor, hay una chinita calentona y un torpe que le arrastra el ala. Pero si en ID4 la estrella era la acción y los efectos especiales, acá lo mismos rubros son los que tumban al filme: desde ya que son excelentes, pero todo es tan masivo y disparatado que satura. ¿Una nave de 5.000 km que ni siquiera puede entrar en pantalla?. ¿Un arma gravitacional que levanta por los aires ciudades enteras (piensen en la nave terraformadora del general Zod en El Hombre de Acero, pero elevada a la vigésima potencia)?. ¿Alienígenas enemigos de los invasores y dispuestos a darnos su tecnología?. ¿Una reina madre, detalle evidentemente afanado de Aliens?. ¿La misma reina madre enceguecida con aniquilar a los aliens buenos y yendo personalmente a cometer la tarea, aun cuando está a diez minutos de matar a toda la raza humana destruyendo el centro del planeta y aniquilando la gravedad de la Tierra?. Ni siquiera los combates espaciales son excitantes ya están filmados en primerísimo plano y con un escenario tan saturado que aturde los sentidos. Ello no quita que haya un par de buenas escenas en el filme - la cacería de la reina madre en el desierto, los ataques iniciales de los aliens - pero el resto aburre por desbordamiento. A ello se suma el anexo de personajes innecesarios como un sangriento lider mercenario africano o la "nimfomaníaca" novia de Jeff Goldblum, sin contar con el contador idiota que dice los peores chistes del filme en los momentos mas violentos e incómodos (esos son personajes típicos surgidos de la imaginación estiercolera de Dean Devlin). Al menos la historia del guerrillero africano sonaba muy interesante - él y sus guerrillas combatieron durante 10 años a una nave madre varada en suelo congoleño, y aprendieron la cultura alienígena para saber cómo derrotarlos -, y hubiera valido la pena desarrollarla en un filme aparte (o reemplazando esta hipercafeínada secuela).

Como espectáculo pochoclero Dia de la Independencia: Contrataque es pasable, siempre y cuando no piense ni un minuto seriamente en los horrores que vomita el script. Es banal y ruidosa y, cuando pasa el sonido y la furia, lo que descubrimos es una hamburguesa vistosa de sabor rancio, la cual entra por los ojos pero termina por caer como un plomo en el estómago.