Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca

Crítica de Brian Macchi - Fancinema

PASIÓN

Tal vez uno de los momentos más recordados de la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos sea una frase donde Pablo Sandoval (Guillermo Francella) le dice a Benjamín Espósito (Ricardo Darín): “uno puede cambiar de auto, de novia, de ropa pero no puede cambiar de pasión”. El documental Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca exhibe precisamente esa vivencia, la cual puede llevarte hasta poner en peligro tu propia vida.

Esta producción argentina narra cómo un montañista y documentalista inicia un viaje por la Argentina para volver a reunirse con los dos amigos con los que intentó hacer cumbre en el Himalaya. Solo y con ellos, intentará entender qué pasó con Darío, el cuarto amigo, el que decidió seguir subiendo, el único que no volvió con vida de la expedición.

Con una excelente fotografía y un gran trabajo de edición, el film va mostrando la aventura de estos cuatro amigos que son llevados por su amor por el andinismo a intentar hacer cumbre en el Dhaulagiri, sabiendo lo complicado y arduo de su travesía.

A pesar de ser un documental, la película aporta tensión, emoción e intriga como si fuese una ficción. La incertidumbre que genera en varios momentos realmente es de destacar, conteniendo más suspenso que varias películas sobre la misma temática.

No obstante, lo principal que se refleja es la unión de estos amigos y la pasión por lo que hacen, que dieron todo porque el grupo logre su objetivo, como también la grandeza de algunos de ellos por entender que no se sentían capacitados para alcanzarlo y el fervor por seguir adelante cuando quizás era momento de renunciar.

Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca permite ver de cerca el ascenso a una de las cumbres más altas del mundo, en la cual el sentimiento humano es el centro de la escena y la montaña es sólo el contexto para presentar cómo el amor de unos hombres por alcanzar su sueño puede más que cualquier contratiempo.