Devoto: la invasión silenciosa

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Distintos personajes que no se conocen entre sí se encuentran, de pronto, encerrados en un edificio. No deben ser vistos y menos capturados por los Bowies, unos excéntricos individuos armados a los que alguien denomina así porque se parecería al Duque Blanco.

¿Por qué están allí? ¿Alguien los eligió? ¿Quién les habla con una voz distorsionada vaya a saber desde dónde? ¿Y quién es la mítica La Lancera, de la que tanto se discute y pronuncia?

Enmarcada en el género fantástico y también en el de acción, Devoto: La invasión silenciosa no termina de cerrar ni siquiera con su final. El desenlace da pie a lo que podría presumirse una continuación, o también podemos pensar que los 72 minutos que acabamos de ver son el piloto de una serie.

Por ahora, ni una cosa ni la otra, la película deja muchos cabos sueltos y cuestiones irresolutas, como la motivación de ciertos personajes. Tampoco ayuda que algunos actores reciten las líneas de diálogo.

No es el caso de Diego Cremonesi, un cura que dice no ser cura, pero que de a poco comienza a recordar, y esas evocaciones darán pie a conclusiones que, por si desean ver esta película, no vamos a develar.

Al actor de Rojo, Kryptonita y La afinadora de árboles lo acompañan, entre otros, Alexia Moyano (la serie Monzón) y un rostro casi olvidado como el de Jorge Takashima, que no solo había participado en comedias televisivas, como Cha Cha Cha, Los Libonatti y El mundo de Antonio Gasalla, sino también en Samurai, la película de Gaspar Scheuer.

Todo lo referente a los rubros denominados técnicos están impecables, pero no ayudan a redondear un producto acabado.