Detroit: zona de conflicto

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Las fuerzas del orden

En el último capítulo de Mal de Ojo (Colihue, 1996), In Memoriam, del sociólogo libertario Christian Ferrer, sobre la rebelión luddita que tuvo lugar en Inglaterra en 1811, el autor señala sobre el carácter de las revueltas que “…ninguna sublevación espontánea, ninguna huelga salvaje, ningún estallido de violencia popular salta de un repollo. Lleva años de incubación, generaciones transmitiéndose una herencia de maltrato, poblaciones enteras macerando saberes de resistencia: a veces siglos enteros se vierten en un solo día. La espoleta, generalmente, la saca el adversario”. Con este párrafo se puede resumir e introducir la temática de Detroit: Zona de Conflicto (Detroit, 2017), un film que narra una represión policial en medio de una revuelta popular en una de las ciudades más importantes del estado de Michigan en el corazón de la industria automovilística norteamericana, símbolo del apogeo y el desmoronamiento de la industria pesada en Estados Unidos.

El film busca un lugar entre las grandes películas sobre los derechos civiles, que tienen una gran recepción en Estados Unidos y en el mundo por su carácter simbólico y significativo, pero que también se destacan por su calidad como Misisipi en Llamas (Mississippi Burning, 1988) de Alan Parker, Malcolm X (1992) de Spike Lee o la más reciente Selma (2014) de Ava DuVernay, dando cuenta de los cambios en la jurisprudencia gracias a la militancia y la participación popular afroamericana.

El último largometraje de la realizadora norteamericana Kathryn Bigelow (Strange Days, 1995) abandona así diametralmente la coyuntura que caracterizó sus últimos dos aclamados films, La Noche más Oscura (Zero Dark Thirty, 2012) y Vivir al Límite (The Hurt Locker, 2008), pero mantiene el estilo documental y testimonial a partir de la búsqueda de la verdad sobre un episodio nunca aclarado completamente judicialmente durante los disturbios en Detroit en el año 1967, en un clima de rebelión generalizada alrededor del mundo.

El film escrito por Mark Boal (In the Valley of Elah, 2007), guionista de los films de Bigelow desde Vivir al Límite (The Hurt Locker) en adelante, relata la represión policial y la tortura psicológica y física en el Hotel Algiers en Detroit durante los intentos de pacificación conjunto entre la Policía de Detroit, la Guardia Nacional y la Policía estatal de Michigan, demostrando la complicidad, la cobardía y las contradicciones entre las denominadas fuerzas del orden.

El film comienza con la redada ilegal en una fiesta privada que festejaba el regreso de dos soldados afroamericanos de la Guerra de Vietnam con el pretexto de la falta de licencia para comercializar bebidas alcohólicas. La incursión orquestada por representantes comunales y policiales en un acto de corrupción micro político inicia una escalada de saqueos, incendios y enfrentamientos que tendrá en vilo a la ciudad a fines de julio de 1967 en una serie de episodios de violencia popular que se multiplicaron alrededor de todo el país en los acontecimientos conocidos como “The Long Hot Summer of 1967”, donde se registraron oficialmente ciento cincuenta y nueve rebeliones populares similares.

Con un relato caleidoscópico y coral la obra sitúa de forma detallista y objetiva el contexto para reconstruir con la mayor exactitud que los testimonios, las evidencias y las pruebas del caso permitieron, una situación de violencia extrema a la que los huéspedes del hotel fueron sometidos por las fuerzas de seguridad norteamericanas. Las extraordinarias actuaciones de todo el elenco le permiten al film construir un panorama sobre la vida en medio de la rebelión, en la que se destacan un guardia de seguridad y un miembro de la banda The Dramatics por su situación contrapuesta en el episodio.

La dirección visceral del opus posee una gran emotividad al borde de lo pasional debido a lo extremo de la situación pero nunca abandona el punto arquimédico dinámico y dialéctico a la vez alrededor del eje de la discriminación con el que analiza todo el asunto para denunciar la pobreza creada alrededor de esa política de exclusión social, el hacinamiento, la falta de oportunidades, la humillación, las consecuencias de la represión y los contubernios entre el poder judicial, político y policial como el objetivo de ofrecer una mirada inclemente sobre este episodio que desnuda la violencia sedimentada en la sociedad norteamericana.