Destrucción

Crítica de Juan Ventura - Proyector Fantasma

Una demacrada e irreconocible Nicole Kidman se pone en la piel de una atormentada detective de la policía de Los Ángeles que intenta redimirse de los errores de su pasado atrapando a un viejo enemigo que la contacta sorpresivamente luego de más de 16 años. Karyn Kusama compone un thriller policial sórdido y lúgubre, de criminales marginales y personajes quebrados con expectativas de bajo vuelo. El resultado, sin embargo, es desparejo, ya que las excelentes actuaciones, fotografía y ambientación no van de la mano de una trama por momentos errática a la que le falta esa densidad dramática que todo el tiempo parece prometer.
Título original: Destroyer; Origen: Estados Unidos; Año: 2018; Dirección: Karyn Kusama; Guión: Phil Hay y Matt Manfredi; Elenco: Nicole Kidman, Toby Kebbell, Tatiana Maslany, Sebastian Stan, Scoot McNairy, Bradley Whitford, Toby Huss, James Jordan, Beau Knapp, Jade Pettyjohn;Duración: 120 minutos; Estreno en Buenos Aires: 17 de enero de 2019.

Erin Bell (Nicole Kidman) es una detective en decadencia. Entregada al alcohol, demacrada, desalineada y psicológicamente alterada, su vida se reparte entre una profesión que ya no la motiva y una conflictiva relación con su hija Shelby (Jade Pettyjohn), una adolescente rebelde que no muestra ningún tipo de afecto para con su madre ausente.

Sin embargo, cuando la detective recibe en un sobre un billete marcado de Silas (Toby Kebbell), el cruel e inescrupuloso líder de una pandilla de ladrones de bancos que la propia Erin integró como agente encubierta 16 años atrás (una operación que, por otro lado, salió terriblemente mal), decide salir del ostracismo y encarar un último viaje de redención para reparar el vínculo con su hija, enfrentarse a Silas y poner a dormir a los demonios de su pasado.

La película se desarrolla en dos líneas temporales: una presente, en donde se suscita la investigación policial propiamente dicha, y otra pasada, en la que a través de los recuerdos de Erin el espectador va descubriendo qué es lo que salió mal en aquella operación encubierta y por qué a partir de la misma la vida de la detective entró en un espiral progresivo de autodestrucción.

Karyn Kusama (“The Invitation”; “Jennifer’s Body”) compone un thriller policial sórdido y lúgubre que explora cómo la ambición desmedida y un par de malas decisiones pueden marcar a fuego a una persona que, a partir de allí, permanece fijada en un círculo vicioso de culpa, angustia y autoflagelo.

La descarnada y potente actuación de Kidman (ayudada por un excelente trabajo de maquillaje y fotografía) logra mantener el interés durante la mayor parte de la película y nos hace sentir en carne propia los pesares de la atribulada mente de la detective. Sin dudas, su retrato de esta mujer deteriorada en plena decadencia nos acerca a la mejor Nicole Kidman, aquella actriz llena de matices y facetas que por mucho tiempo creímos perdida, y que alcanzó su mejor expresión allá por el año 2002, cuando interpretó a la escritora Virginia Wolf en “Las Horas”, de Stephen Daldry. De este modo, es muy probable que su interpretación le valga una nueva nominación a los Oscar 2019 y la devuelva -con 51 años- a los primeros planos de la industria Hollywoodense.

Sin embargo, la excelente actuación de Kidman y el gran trabajo de ambientación, maquillaje y fotografía, se contraponen con una historia chata, por momentos errática, con personajes entre simplones y caricaturescos que entorpecen y hasta obstaculizan el desarrollo de la trama. Si la performance de la estadounidense es lo mejor de la película, el guión es lo más flojo: desde algunas motivaciones poco creíbles de los protagonistas y la lentitud con la que avanza el relato, hasta la superficialidad de distintos personajes.

Destrucción es un filme que funciona mejor cuando Kidman tiene espacio para lucirse, pero que queda al desnudo cuando tiene que apoyarse en su propia densidad dramática. En este aspecto, la cinta de Kusama termina siendo despareja, dejando un sabor agridulce al mostrarnos, por un lado, a una actriz que prácticamente sostiene la película ella sola, y por otro, a una historia que, creemos, estaba para más.