Destino final 5

Crítica de Juan Manuel Rovira - La Gaceta

A esta historia ya la vimos

La primera película de "Destino final", allá por el año 2000, fue escalofriante e innovadora; sobre todo porque había poca idea de lo que iba a suceder. Le dio, por decirlo de alguna manera, nueva vida al género de horror.

Más de una década después, y con cuatro secuelas, la quinta parte de la saga ya es más de lo mismo. Los fanáticos saben exactamente qué esperar. El concepto no cambia: un grupo de adolescentes se salva de un accidente fatal, engañan a la muerte y, al igual que en las anteriores películas, los sobrevivientes son perseguidos por un destino incluso peor.

Como nos tiene acostumbrados la saga, el desastre aparece en los primeros 10 minutos. Sam (Nicholas D’Agosto) -el personaje principal- rescata a su novia Molly (Emma Bell) y a un grupo de trabajadores del hundimiento de un puente colgante. Pero no estaba previsto que ninguno de ellos sobreviviera y, en una terrible carrera contra el tiempo, el desdichado grupo se lanza frenéticamente a la búsqueda de una forma de escapar a su cruel destino. Nada nuevo.

De allí en más, suspenso, mucha sangre y a destacar el juego entre el humor y la muerte, a un nivel que vale la pena ver en la pantalla grande. Sin olvidar, claro, que la película es en 3D. Los mejores efectos salen en los momentos justos y se agradece, porque le dan un punto importante a la película. Y sin abusar del recurso. Sólo las escenas de muerte son con un 3D real; lo demás casi ni se nota, aunque tampoco hace falta.

Pero si hablamos de guión o actuación, "Destino Final 5" deja mucho que desear. Entonces, si el objetivo es ver una película original o intelectual, no es la más recomendable. Lo mejor que puede hacer es esperar que salga en DVD para pasar el rato. Pero si disfrutan de esta saga, lo más probable es que se retiren del cine con una sonrisa, sobre todo por la sorpresiva escena final.