Destino final 5

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Este es el quinto capítulo de la saga Destino Final, inventada por los ex The X Files James Wong y Glen Morgan. En un principio, Destino Final no difiere demasiado de los filmes de terror de los años ochenta - inventemos una excusa estúpida para ver morir gente de manera creativa y/o a manos de algún homicida excéntrico -. Antes hubo asesinos que mataban imitando escenas de películas de terror; homicidas disfrazados de Papá Noel; tipos con navajas en las manos destripando gente en sueños; grandulones munidos de machetes que partían al medio a sus víctimas; asesinos de fiestas de graduaciones; homicidas que acosaban a niñeras; sicópatas liquidando mujeres en fechas determinadas o siguiendo leyendas urbanas... y un larguísimo etcétera. En el caso de la saga Destino Final, siempre hay un grupo de gente que escapa milagrosamente de alguna muerte segura y, tarde o temprano, termina espichándola de manera creativa. Y, como no hay asesino al cual combatir, lo unico que puede hacer el espectador es sentarse a esperar los minutos reglamentarios que hay entre una muerte y otra, tragándose una tonelada de malos diálogos y pésimas actuaciones.

En tal sentido, Destino Final 5 es porno horror con todas las letras. A nadie le interesa un pepino los conflictos ni los dramas de los protagonistas, sino que espera ansiosamente la llegada de los cinco minutos que dura cada masacre, las cuales son orquestadas de manera creativa - tal como ocurría con Jason, Freddy y el 99% de los filmes de terror de los últimos 30 años -. Acá todo funciona como una especie de versión gore del video juego The Incredible Machine - en donde un tornillito cae en una máquina que explota y larga una chispa, la que incendia un tacho con combustible y y prende fuego una cuerda, la que sostiene una caja fuerte justo encima de la cabeza del protagonista -. Si bien es un concepto estúpido y limitado, acá está confeccionado con tanta energía que termina resultando entretenido en el sentido más descerebrado de la palabra. Pero saquen esos momentos - entre los cuales se destaca la fantástica escena inicial de la masacre en el puente - y verán que Destino Final 5 no tiene nada más para ofrecer. Y a esto se suma la bizarra elección del casting, en donde el grupo principal parece salido de un concurso de dobles de actores famosos; tenemos un falso Christian Bale, un falso John Krasinski, un Paul Giamatti trucho, un Mos Def de cuarta, una Megan Fox fotocopiada y una Uma Thurman made in La Salada.

Destino Final 5 es boba pero entretenida, y hay que reconocer que el mérito le corresponde exclusivamente al director Steven Quale, el que le inyecta tanta creatividad visual que termina por crear un espectáculo más que pasable. Cada empalamiento, decapitación o rebanamiento masivo termina siendo pura diversión gracias al virtuosismo del director, el cual la pasa bomba explotando todas las posibilidades que le da la tecnología 3D y lanzando ojos, miembros y objetos filosos contra la cámara. Quizás Destino Final 5 no haga historia, pero es un pasatiempo bastante sólido, y eso ya es pedirle demasiado al quinto capítulo de una saga basada en una premisa ingeniosa pero minúscula.