Destino anunciado

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Que misterio la vida de los conductores o choferes de micros de larga distancia en Argentina!, ¿no?, porque mientras en otros países nos los venden de una manera simpática, agradable en películas como “Máxima Velocidad”(elijan ustedes si quieren ser “conducidos” por Keanu o por Sandra) o hasta en dibujos animados: Otto de “Los Simpsons” , el cine nacional elige mostrarlos como seres grises, tímidos, aburridos y atrapados en sus rutinas, sino me creen chequeen “El Frasco”(Argentina, 2008) de Alberto Lecchi y ahora “Destino Anunciado”(Argentina, 2013) de Juan Dickinson.
En “Destino…” Luís Machín (enorme intérprete, generoso) es Luis Furno, un cincuentón chofer que diariamente realiza viajes al norte del país junto a Oiva (Manuel Vicente), un mujeriego que contrasta y se diferencia en todo con él (que es estricto, incorruptible, controlador y obsesivo).
A Luis en un momento Oliva lo define como un “tipo sin proyectos y esclavo de sus reglamentos”. Su antítesis. Viaje va, viaje viene, conoce a Clara (Celeste Gerez), moza de un desolado parador. Con ella creará un vínculo de acercamiento hasta donde su moral, timidez y estructuración le permiten.
Un día Clara no está más en el parador y decide tomarse vacaciones (¡osadía!) porque cuando comienza a preguntar si alguien sabe de ella, las respuestas no lo satisfacen o no son de su agrado. Se sube a un micro, pero ahora para ser pasajero, y llega a “El Fraile”, una pequeña colonia quedada en el tiempo y con pocos habitantes (que se nutre más que nada de los peones golondrinas que trabajan en las cosechas) en la que sabe que Clara vivía.
Allí no encontrará muchos amigos, “acá nadie quiere que esté acá” le dicen, y mucho menos rastros sobre la joven. Pero aguerrido, continuará conociendo el lugar y a la vez tratando de obtener más información sobre su “amor” que nunca fue, para toparse con una red de prostitución encubierta por todo el pueblo.
Verdes apagados/aridez/cactus, polvo mucho polvo, para mostrar la intimidad del lejano lugar, estático (excepto por unos niños que lo rodean con sus bicicletas) y azules y grises para las secuencias oníricas, hipnóticas, intrigantes. Secuencias que irán de a poco dar a entender el porqué de la decisión de Luis de viajar a la intimidad del pequeño pueblo y conocer el paradero de Clara. Desea cerrar cuentas pendientes.
Porque en la superficialidad del relato de este “sherlock holmes”, que tratará de rearmar los últimos días de una joven desaparecida se esconde la profundidad de una denuncia (trata de mujeres) y también un pasado que sigue doliendo (dictadura).En ese pueblo, está la metáfora de una sociedad que cuando pudo decir algo no lo hizo porque decidió no hacerlo.
Y “El Fraile” está lleno de gente que tiene ganas de hablar pero no dicen nada. Y Dickinson lo cuenta con cámara por momentos fija, presentando, sin tener injerencia sobre los hechos las imágenes que plasma, dejando la interpretación para el espectador. “Destino Anunciado” retoma la línea del clásico de Jorge Luis Borges “El Sur” principalmente en la impronta de decidir hacer algo que seguramente terminará no en el mejor de los finales, o el deseado, porque acá Luis es otro Juan Dahlmann, a quien un impulso lo hará tomar una decisión que cambiará su vida y torcerá su suerte.
Gran realización que principalmente se apoya en las notables actuaciones de esos eternos secundarios en TV y cine, Machín y Vicente. Altamente recomendable.