Después del recreo

Crítica de Melody San Luis - Funcinema

UNA PAUSA NECESARIA

Hay ciertos momentos cruciales en la vida de las personas que pueden llevar a cambiar el rumbo de todo lo que se ha hecho hasta ahora. Y si bien nunca es tan así, el sentimiento de encontrarse en esas instancias resulta genuino. Esto le sucede a la protagonista de Después del recreo, que atraviesa la llegada de su jubilación a una edad en la que se siente muy vital. El film explora, a través de la comedia romántica, las dificultades para llevar adelante esta nueva etapa de su vida.

La tercera película de Mariano Laguyás tiene como protagonista a Elena, una mujer que se ha dedicado a la docencia durante muchos años y que en su actualidad se encuentra viviendo el inicio de su etapa como jubilada. Este hecho le permite al director profundizar, a través de diferentes vicisitudes que atraviesa, sobre los cambios y el miedo que implican. Para esto, el film lleva adelante instancias en las que la protagonista se enfrenta a sus temores. Este momento su vida, que se vuelve invasivo y perturbador, es trabajado de diferentes formas que permiten entender la psicología del personaje. El cambio de tono de los actores, mostrándose más intrusivos; la utilización del blanco y negro, para cambiar el clima y el efecto “mamushka” que propone, son algunos de los elementos que permiten visualizar el grado de confusión de Elena.

Un elemento crucial en esta película es la relación de Elena con Ariel (Claudio Lago). Este vínculo se ve afectado por el período de vida que atraviesa la protagonista. Ellos compartieron durante algún tiempo el proyecto de una casa propia que se vio interrumpido por su separación. En este sentido, la elección de esta dupla representa una fortaleza para el film, ya que construyen un lazo sentido en el que, por momentos, las conversaciones fluyen y parecen darse sin un guión. Sin embargo, convive esta faceta del film con otra en la que los diálogos resultan un poco forzados.

Por último, es posible observar que Después del recreo pierde fortaleza cuando la narración parece alargarse con algunas imágenes de Mar del Plata que no terminan de ser parte de la historia que se está contando. Estás instancias le quitan fortaleza a la película, que aún así funciona como una buena propuesta para reflexionar sobre las diversas circunstancias de cambio.