Después de Sarmiento

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

De lo particular a lo general

La educación como caja de resonancia de la sociedad. Ésa es la idea-eje de este documental en que los alumnos de un colegio muy particular, el Domingo Faustino Sarmiento, ubicado en el selecto barrio de la Recoleta, son protagonistas excluyentes. Fundado en 1892, este colegio fue durante años cuna educativa de la élite dominante (uno de sus egresados más conspicuos fue el ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, por ejemplo). Hoy, con la vigencia de la ley sancionada en 2006 que determina la obligatoriedad de la escuela secundaria, el Sarmiento también recibe a decenas de estudiantes que viven muy cerca, pero en condiciones bastante diferentes: chicos de la villa 31.

Pablo Márquez, director de la película, llegó al colegio hace unos años, convocado por Roxana Lewinsky, por entonces rectora del establecimiento, para trabajar junto con otros profesionales en el trazado de recorridos pedagógicos alternativos destinados a incentivar una mayor participación de los alumnos. Y se encontró con una serie de conflictos que revelan con claridad meridiana la importancia determinante de la pertenencia de clase para dispararlos. Los alumnos de la mañana, en su mayoría chicos de clase media, y los de la tarde, de origen más humilde, discuten sobre la conformación de un centro de estudiantes unificado. Las posiciones de cada sector delatan sus vínculos, bien diferentes, con el ejercicio de la democracia. Lo mismo que la participación en clase, que requiere de incentivos y estrategias diversas de parte de los docentes de acuerdo con los interlocutores.

Lo que, en definitiva, la película pone sobre la mesa es la realidad de la educación pública en la ciudad de Buenos Aires, en un contexto en el que el gobierno porteño acaba de aumentar notablemente los subsidios a las escuelas privadas. En una muy interesante entrevista con Françoise Dubet publicada por este diario el 30 de agosto, el sociólogo francés explica cómo el debilitamiento de los lazos de solidaridad erosiona la integración social, un problema que la elección del tipo de educación que hacen los padres pública o privada refleja. Después de Sarmiento abre también ese debate y plantea los desafíos de la escuela pública sin declamaciones, pisando el terreno donde se desarrolla esa problemática y dándole voz a sus protagonistas: los docentes y, sobre todo, los alumnos.