Después de la Tierra

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

Estrellados.

Es curioso que, para ser un realizador famoso por sus vueltas de tuerca, la mayor sorpresa orquestada por M. Night Shyamalan haya sido la de su propia carrera. Después de todo, cuesta creer que la misma persona que una vez peleó por el Oscar e incluso fue llamado “el próximo Spielberg”, hoy sea un remate hollywoodense, casi un paria. Es que, al final, la condición de ser el primer director hipérbole de la era web fue tanto bendición como maldición. Los que antes lo tenían en la gloria por los remarcables dramas sobrenaturales Sexto Sentido y El Protegido fueron los primeros en tirarle piedras por sus siguientes películas, en particular el combo asesino de La Dama del Agua, El Fin de los Tiempos y El Último Maestro del Aire. No importó el hecho de que su tendencia por lo pretencioso y lo obvio, sus personajes con comportamiento extraterrestre y sus giros obligatorios fueran marca registrada de su filmografía previa.

Ahora, con Después de La Tierra (After Earth, 2013), el hindú se cuelga de una (¿última?) oportunidad comercial, un proyecto encargado e ideado por Will Smith, quien sigue en su odisea por hacer franquicias de sus hijos. La película, que transcurre un milenio después de que la humanidad arruinara el mundo y se mudara, cuenta la historia de Kitai (Jaden Smith), un joven soldado que vive tratando de complacer a su padre, el héroe de guerra Cypher (Will), con quien tiene fricción debido a una tragedia familiar.

En un esfuerzo por acercarse, ellos se suman a la tripulación de una misión de rutina, pero los planes acaban cuando una lluvia de asteroides hace que la nave caiga en el planeta azul, dejando al dúo como únicos sobrevivientes. Con su papá casi incapaz de moverse, Kitai tomará la responsabilidad de viajar a buscar un transmisor para pedir ayuda, teniendo que enfrentarse al mortífero ambiente terrícola, que cuenta con aire dañino, cambiantes temperaturas y animales de mayor tamaño. Y como si eso fuera poco, una bestia alienígena suelta lo obligará a enfrentar sus miedos, tanto metafórica como literalmente.

Lo que sigue es un intento de pase de antorcha, tanto dentro como fuera de la pantalla: mientras el personaje lucha por salvarse y ganar el respeto de su padre, el actor nada en las aguas del tanque y busca el lugar de su progenitor, una de las últimas estrellas en un mundo cada vez más selectivo. Lamentablemente, esta última intención falla porque, si bien de pequeño Jaden había mostrado signos de carisma con En Busca de la Felicidad y la remake de Karate Kid (en las cuales el príncipe de Bel Air también metió las manos), el chico aún no está listo para grandes cosas. Es difícil culparlo, de todas formas: el púber trata lo más posible y a veces saca algún rasgo de inseguridad adolescente a su rol, pero el empujón que le da su padre es demasiado repentino, encima que el material con el que trabaja es hueco a más no poder. Igual, él no es el único al que le pasa: a pesar de prestarse para el rol secundario de apoyo, Will no tiene casi nada que hacer; postrado en una silla durante la mayor parte de la película, el Smith mayor cae víctima del estereotípico papel del militar frío y desconectado, que le quita su personalidad fotogénica y lo transforma en un tronco que sólo da instrucciones, duerme y tira frases para el póster.

Es que, a pesar de poseer un camino narrativo básico (chico viaja de punto 1 a punto 2) y un conflicto emocional ya visto decenas de veces antes (el rebelde y audaz joven que quiere la aprobación de su duro superior), la película no arranca más. Primero, por tomar una eternidad estresando referencias obvias y mensajes superadores que se acercan a lo peor del new age, haciendo un melodrama con flashbacks innecesarios, pasajes sin sentido y personajes con tan poca profundidad como atractivo. Esto, sumado al ritmo de Shyamalan, hace que este relato básico se vuelva casi agonizantemente lento.

Las cosas no mejoran con la llegada a La Tierra. Si bien la producción muestra ingenio a la hora de crear la arquitectura y las herramientas de este universo (como un traje que usa el protagonista, y que cambia el color según el peligro), parece que la creatividad se agotó antes de pensar en el diseño de la flora y la fauna del nuevo mundo, simplemente optando por mostrar una selva de clima indeciso con animales un par de tallas más grandes. En este lugar en el que no pasa mucho se llevará a cabo una estructura narrativa no tan lejana a la de un videojuego, aunque con peores efectos especiales y con la desventaja de dejar a la audiencia en el rol pasivo. Para la hora en la que Smith Jr. tenga su inevitable enfrentamiento con el monstruo alien de procedencia conocida, uno se dará cuenta que la acción escaseó bastante en esta historia, aunque hay que marcar que M. Night mejoró un poco en la dirección de estas escenas.

Al final, Después de La Tierra no logra ninguno de sus objetivos. Entre una historia poco desarrollada, una visión casi sin originalidad y un dúo de actores que no salvan las papas del fuego, el aburrido producto falla como drama familiar, como aventura de ciencia ficción, como traspaso de poder entre familiares y como retorno de un director que hoy es saco de boxeo para los críticos y el público. Esas son las vueltas de la vida.