Desobediencia

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Con "Desobediencia" completa Sebastián Lelio su trilogía de mujeres decididas a imponer sus pulsiones y su personalidad frente a las restricciones sociales. Antes fueron "Gloria" y "Una mujer fantástica". Esta le dio el Oscar, la otra le abrió las puertas del cine angloparlante. Fue verla, y ya Julianne Moore quiso hacer una remake dirigida por el mismo Lelio, y Rachel Weisz lo contrató para hacer con ella y Rachel McAdams la película que ahora vemos, sobre novela de Naomí Alderman.

Protagoniza dicha novela una fotógrafa inglesa de apellido Curtis, instalada en Nueva York, cuyo nombre verdadero es Ronit Krushka. Hija de un prestigioso rabino, cortó con su padre y con la comunidad ortodoxa que él conduce allá en Hendon, noroeste de Londres. O acaso la comunidad cortó con ella. Cuando el padre muere, ella vuelve, más que nada por cuestiones de herencia. Y se reencuentra con una querida amiga, ahora esposa del nuevo rabino.

En la adaptación, Lelio y Rebeca Lenkiewicz, coguionista de "Ida", concentraron la carga dramática en ese regreso al lugar agobiante, circunspecto, del que la mujer huyó, y en la atracción amorosa de la que no puede, ni quiere escaparse. ¿Pero querrá escapar de allí su amiga? Todo está expresado de modo elegante, frío y despacioso. La tensión es notable antes que nadie se quite siquiera el abrigo. Habrá alguna explosión pasional, claro, pero, más que nada, hay buenas reflexiones sobre la naturaleza humana, la decisión propia y la reconciliación oportuna con quienes piensan de otra forma. Y hay personajes creíbles, complejos, muy bien interpretados por las dos Raqueles, Alessandro Nivola (el joven rabino) y Anton Lesser (el rabino sabio, de sermón memorable). Al Oscar, quizá, Rachel McAdams.