Desobediencia

Crítica de Josefina García Pullés - A Sala Llena

En One Of Us, documental que cuenta la historia de tres “desertores” de una de las comunidades judías más ortodoxas (la Jasídica) de Nueva York, Ari se pregunta sobre Dios. El tiene 18 años y, hace poco, decidió cambiar su estilo de vida. Entonces cuenta que por hacerse y hacer preguntas, quienes antes eran sus amigos hoy no lo saludan. A este planteo, un anciano miembro de ese grupo religioso responde: “La forma que tenemos los jasídicos de ver las cosas es no profundizar en temas filosóficos, como la existencia de Dios y… esto tiene que ver con hacer algo y hacerlo en forma repetitiva (…), eso ha funcionado por miles de años”. El documental, dirigido por Rachel Grady y Heidi Ewing, y producido por Netflix, cuenta la lucha de estas tres personas por abandonar la comunidad en la que nacieron y las duras consecuencias que eso tiene en sus vidas. Porque no sólo pasaron a descubrir un mundo en el que no sabían, por ejemplo, googlear, también se dieron cuenta de que, fuera de su grupo jasídico, eran seres socialmente incompetentes.

Desobediencia, primer largometraje de Sebastián Lelio luego de su “ingreso a Hollywood” con el Oscar por Una mujer fantástica, también trata sobre un grupo de judíos ortodoxos pero no se mete tan a fondo en la religión. A Lelio le interesa poco ahondar en los dogmas, las leyes, las costumbres o las normas judías, él prefiere contar una historia sobre cómo funciona el amor (entero, con todas sus caras y variantes) en este tipo de comunidades. Esta es la historia de Ronit (Rachel Weisz), Esti (Rachel McAdams) y Dovid (Alessandro Nivola). La primera, hija de un importante rabino de Londres, abandonó su comunidad judía hace algunos años para mudarse a Nueva York y llevar una vida secular. Su padre no volvió a hablarle. Tampoco lo hicieron sus amigos o sus familiares. Pero, un día, aquel rabino muere y alguien le avisa a Ronit, quien vuelve a Londres para despedir sus restos. Allí se encuentra con que todo sigue igual excepto por una cosa: Esti (su gran amiga, romance y amor adolescente) y Dovid (su gran amigo y fiel aprendiz de su padre) hace años que son marido y mujer.

La película entonces navega, más que nada, por los sentimientos de ambas mujeres porque, claro, lo subversivo es que una mujer ame a otra, no que un judío ortodoxo ame tanto a una mujer que llegue a “aceptar” aquel amor y, entonces, se cuestione la vida entera. Caer en el camino fácil del lesbianismo prohibido lleva a Leilo por un camino de varios clichés que solo conducen a desperdiciar al valiosísimo personaje del enorme Alessandro Nivola: Dovid, quien sufre la transformación más profunda de los tres protagonistas de esta historia. De esa gran falta Desobediencia solo se salva porque Rachel McAdams entrega la mejor interpretación de su carrera. La película cubre a Esti con ropas y pelucas, pero esta actriz la descubre: ella arrastra la mirada como si a Esti le pesara, incluso camina y se mueve casi arrastrando la pasividad con que ha tomado el matrimonio, y esa vida, como (en palabras del propio padre de Ronit) la “cura” de su homosexualidad. Lelio respeta tanto el trabajo de McAdams que, salvo puntuales excepciones, la muestra en planos que no la invaden y que, en cambio, le permiten trabajar con ese cuerpo que carga como encogido o succionado hacia adentro, casi como queda su pelo cada vez que ella se quita la peluca.

Más allá de eso, la relación entre Ronit y Esti no surca la película demasiado. En realidad, lo que más altera el orden (el del relato, pero también ese status quo judío del que tanto se habla en One Of Us) aquí es el amor de Dovid por Esti, tan intenso que hasta conduce a que el aspirante a rabino acepte, primero, que su esposa embarazada de su hijo no lo ama y, segundo, que le gustan las mujeres. El vínculo entre ellos es lo único que lleva al verdadero cuestionamiento del sistema en el que están inmersos, tanto que hasta hace que Dovid ya no pueda defender ciegamente la propuesta de esa religión. Ahí está Desobediencia, en ese hombre que ama tan intensamente que hasta cuestiona el manual que le rige la vida desde el nacimiento. Desobediencia está en ese tipo que, al borde de asumir el mando de una comunidad religiosa, admite que su credo puede estar equivocado. Desobediencia está en el abrazo entre Ronit, Esti y Dovid afuera de la sinagoga, escena que sintetiza esta película entera y que no habla de un amor lésbico (como la han marketineado, incluso llamándola Jew Is The Warmest Color) o heterosexual, sino que habla, simplemente, del amor.