Desierto particular

Crítica de Martín Philippi - Funcinema

HACIA LA LIBERACIÓN PERSONAL

Antonio Saboia interpreta a Daniel, un policía brasilero que se encuentra suspendido por un presunto caso de agresión contra un aprendiz. Este inconveniente laboral, sumado a la progresiva enfermedad de su padre, son motivo suficiente para que Daniel decida viajar hacia la otra punta del país en busca de Sara, una mujer a la que conoció por internet pero que nunca ha visto personalmente.

La decisión de ubicar la secuencia de títulos a la media hora de la película -momento en que Daniel emprende su viaje- habla de que el director Aly Muritiba está convencido de su determinación autoral. Este punto, que simbólicamente marca un nuevo comienzo del relato, acarrea consigo una serie de cambios significativos tanto desde lo visual como desde lo emocional. En primera instancia, el film vira hacia una estética mucho más refinada dejando atrás esa paleta de colores fríos para pasar a una más cálida y colorida; en alusión al estallido de las emociones reprimidas que experimenta el protagonista en su nuevo destino. Asimismo, si previamente veíamos la acción a través de los ojos de Daniel, a partir de este momento se compartirá el punto de vista entre él y Sara -luego de revelado su secreto-, en una pertinente búsqueda por aproximarnos a esta y sus demonios.

Sin embargo, la mayor virtud de Desierto particular radica en el abordaje del concepto de “libertad” a través un inteligente juego simbólico entre recorrido -literal- y recorrido -figurativo, en términos de crecimiento personal-, que le permite concatenar con una sutileza esporádica cuestiones referentes a la libertad sexual como pocas veces ocurre en el cine contemporáneo.