Delirium

Crítica de Santiago García - Leer Cine

La película que no fue

Tres amigos que no tienen dinero y desean darle un cambio a sus vidas, deciden pegar el gran salto realizando una película. Estos tres personajes, con una idea tan absurda como improbable, se meten en situaciones imposibles aun para un guión de comedia absurda. No es la falta de realismo el problema, sino la falta de convicción para que todo el disparate tenga algún tipo de sentido, aun dentro de las propias reglas del film. Es que estos tres amigos, con ideas que rozan la subnormalidad, ejecutan su plan no por amor al cine, sino por plata. Una película de cine dentro del cine, donde los protagonistas no tienen una motivación noble o convierten en algún momento sus intenciones espurias en algo más noble, sin duda tiene problemas. No hay manera de sentir simpatía por ellos, en particular por uno de ellos, que de tan desagradable, difícilmente pueda convertirse en héroe o protagonista de una comedia. No estamos hablando de los actores, sino de los personajes. Con unos diálogos sin chispa, con una torpeza que suena a improvisada aunque no lo sea, la comedia se desperdicia escena tras escena. Un espectador con un poco de cultura cinéfila, puede ver los chistes que desaprovechados en toda la película. La idea que tienen estos tres jóvenes es contratar a Ricardo Darín para que protagonice la película y les asegure el éxito. Recordemos que son solo tres personas con una cámara VHS las que se hacen pasar por un equipo de rodaje y que Darín, confundiendo a uno de ellos con el hijo de un amigo, les hace favor de participar de lo que se supone es un corto de estudiantes. Pero es un largo y sin ningún otro actor a la vista, solo la promesa de una joven actriz que es moza de un bar. Darín acepta el voluminoso guión sin dudar. ¿Nadie vio en el proceso de Delirium que nada cerraba ni tenía el más mínimo sentido? La película estaba llena de posibilidades, no hay duda, pero para eso se debían haber tomado otros caminos. Hay muchas películas que pueden venir a la memoria para ayudarse a pensar un mejor destino. Desde Mel Brooks a Frank Oz, pasando por algunos momentos de Ed Wood de Tim Burton, hay muchas comedias capaces de dar pistas para saber que las posibilidades eran muchas. Quien vea Delirium (el éxito de Relatos salvajes podría hacer que el milagro Darín le consiga algunos espectadores por error) se encontrará con actuaciones muy flojas, cercanas a lo no profesional. Con ideas confusas acerca del cine, lo que es grave. Con un desaprovechamiento del material –salvo cuando apuesta al humor negro- que irrita. Delirium logra que Ricardo Darín no logre actuar bien, que no le salga el papel de Ricardo Darín, lo que ya es mucho decir. Un manto de piedad para los tres protagonistas, que no parecen estar actuando para cine, directamente. Los únicos que se salvan, irónicamente, son los periodistas que hacen cameos en la película. Y la sorpresa del final (no la de la cadena nacional, que también falla) donde por última vez nos encontramos con la película que no fue. Los títulos de cierre tienen –en la música y el diseño- una energía y una fuerza que ni un solo instante de la película consigue.