Delirium

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Demente camino al éxito

Lo primero que posiblemente atrape la atención del público respecto de este film es la presencia de Ricardo Darín. Obviamente que su participación es esencial, pero él no es el protagonista. Quizás saber el motivo de su presencia es aún más interesante: Darín se convierte aquí en un personaje de sí mismo. La película ya tiene suficiente con este motivo, sin embargo es mucho más que eso. Delirium (2014) es una idea original, bien contada, actuada y escrita.

Federico (Miguel Di Lemme), Mariano (Emiliano Carrazzone) y Martín (Ramiro Archain) son tres amigos treintañeros que se encuentran un poco perdidos respecto de qué hacer con su vida. Pero lo que más los preocupa es de qué manera hacer una abultada fortuna con poca inversión. En el medio de la lluvia de ideas, y a pesar de su inexperiencia en el tema, Federico propone realizar una película y llamar nada menos que a Ricardo Darín para protagonizarla. Una mezcla de buena suerte y malos entendidos logran que Darín se sume a este delirante proyecto.

A pesar de caer en recursos un tanto descabellados y, como bien dice el título, delirantes, Delirium tiene una particularidad que es difícil de encontrar en otros films: la argentinidad, y, más precisamente, el porteñismo. Las referencias al mundo local hacen funcionar de una manera muy efectiva al film y a la comedia en general, pues para que estas se activen el espectador debe conocer esa realidad con la que constantemente dialogan y lo hace cómplice instantáneamente.

Además de los guiños con la presencia de otros famosos, se produce otro gran acierto a partir de un hecho trascendente: la referencia a los medios de comunicación actuales y la incidencia que estos tienen en la construcción de la realidad. Aunque apenas se esboce esta idea y esté exacerbada para lograr la comedia, tampoco el mensaje que propone se aleja tanto del funcionamiento actual de estos medios.

Quizás las escenas más logradas sean justamente aquellas donde aparece Ricardo Darín en el rodaje de este largometraje disparatado. Estos momentos recuerdan al film Ed Wood (1994) de Tim Burton, pues la manera en que filman y producen es extremadamente bizarra y, ante todo, barata. Casi sin quererlo Delirium apela al imaginario popular sobre la cinematografía nacional para hacer reír al público: el juego con la imagen de Ricardo Darín como el ícono de la fama y la popularidad que es la llave para el éxito es sólo una de los tópicos.

La película acude mucho más a lo absurdo que a la verosimilitud y desde ahí debe leerse casi todo el film. Desde este registro, ciertos diálogos o situaciones no logran ser efectivos, pero son los menos, porque una vez que el espectador entra al mundo de estos tres (o cuatro) dementes seguro se olvidará rápidamente de la cordura y se entregará al delirio.