Delfín

Crítica de Daniel Alvarez - La Butaca Web

Delfín es el nombre de esta película argentina dirigida por Gaspar Scheuer que se encuentra en la selección Cannes Écrans Juniors 2019. También es el inusual nombre del protagonista: un chico de 11 años que vive con su padre en una casa precaria de un pueblo aislado en la provincia de Buenos Aires. Allí, el tiempo se detuvo para su padre, que desolado en un contexto de pobreza y sin contención se encuentra solo frente al cuidado de su hijo.

En la cotidianidad que va construyendo la película se presenta la posibilidad de una audición para una orquesta juvenil en la ciudad de Junín. Delfín tiene en claro que quiere ir allí a hacer la prueba. LLega tarde a su casa, aún solo, saca de una caja una manguera y un embudo con los cuales improvisa el instrumento: el corno francés. El cual aprendió a tocar en la escuela, donde tienen uno, pero no se lo prestan por fuera de la institución porque es considerado una reliquia.

La relación padre-hijo se ve afectada por la falta de recursos. El padre trabaja muchas horas en una construcción y el hijo en una panadería realizando entregas antes del horario escolar. El hogar se transforma en un reflejo de la supervivencia, allí duermen y se alimentan con lo que consiguen. Las pocas horas que pasan allí están impregnadas de cansancio y la necesidad de distenderse de esta situación agotadora. Causa por la cual, el padre de Delfìn no podrá cumplir con una promesa que le ha hecho. Sin embargo, la fuerte convicción que vive en Delfín será el motor para continuar un camino abandonado por su padre.

Más allá de que el film está bien logrado en cuanto a guión, puesta en escena, imagen y sonido, me deja la sensación de que hay un distanciamiento frente a la situación de pobreza que ilustra. La historia muestra un panorama desolador pero no se cuestiona las circunstancias. El film termina con un aire de esperanza sin dar ninguna solución a sus vidas, se queda en el hecho de resolver un conflicto interno estancado.

Calificación 6/10