Declaración de vida

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Romeo, Julieta y una cigüeña inesperada

Cuando Romeo conoce a Julieta en una disco, le pregunta, sorprendido por el azar: “¿Estamos condenados a un destino terrible?”. Y entonces tienen un hijo, al que llaman Adán, que no les ahorra sobresaltos. Llora todo el tiempo, vomita y ladea la cabeza. En alguna parte de su inconsciente, Romeo carga con la mácula. ¿El destino terrible está en marcha? ¿O es sólo temor de padres primerizos? Con una narración que intercala la voz en off, un uso de la música que recuerda algo al cine de Wes Anderson y un coqueteo naïf con el hipertexto de la nouvelle vague, Declaración de vida (ambientada en el período en que Estados Unidos declara la invasión a Irak: su título original es La guerre est déclarée) hace de un drama trágico una película llevadera, disfrutable, cuyo peor costado es, al mismo tiempo, el retrato liviano con que representa la adversidad. Quizás ese déficit haya que buscarlo en las ambiciones de Valérie Donzelli, directora, guionista y protagonista del film –su Romeo, Jérémie Elkaim, es el coguionista–. Por suerte, cuando la película resiente la ingenuidad sale a flote gracias a las actuaciones de Elkaim y, sobre todo, de Frédéric Pierrot, protagonista de la exitosa serie Les revenants.