Deadpool

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Visión del cine

Marvel satiriza a Marvel con Deadpool, ópera prima de Tim Miller, donde el humor autoconsciente se impone ante una historia bastante simplista para el universo de súper héroes.
Ryan Reynolds merecía la reivindicación. Notable comediante canadiense, Reynolds entró en Hollywood después de protagonizar algunas sitcoms olvidables. Después de probar suerte con comedias “zafadas”, pasó a ser el galán de comedias románticas y a alguien se le ocurrió que sería un buen superhéroe. Primer secundó a Blade en la tercera y más olvidable secuela del cazavampiros de Wesley Snipes,; luego le adjudicaron un horrible cameo como Deadpool en X-Men Orígenes: Wolverine y por último fue protagonista en Linterna verde y RIPD, policías del más allá, dos adaptaciones fallidas del universo DC.

Parecía que Reynolds estaba condenado a mediocres propuestas indies como la sobrevalorada Enterrado o The Captive -una de las últimas películas de Atom Egoyan, destruida por la crítica en Cannes- cuando Marvel decidió darle otra oportunidad a Deadpool, pero siendo fiel a las raíces del personaje.

Wade es un ex soldado de Irak que se dedica a usar sus tácticas para asustar bullies. Después que se enamora de una prostituta, a Wade le detectan un cáncer terminal. Deprimido, el personaje acepta la proposición de un agente, que le ofrece curarlo y convertirlo en un super soldado. Wade termina siendo víctima de múltiples torturas de un científico llamado Ajax . El protagonista adquiere fuerzas sobrenaturales y el poder de autocurarse, estilo Wolverine. Wade promete vengarse de Ajax por convertirlo en un monstruo y no tener la oportunidad de volver ver a su novia Vanesa.

Básicamente, esto es Deadpool, y al mismo tiempo no lo es. El film de Miller se convierte por la ironía de su personaje en una sátira al universo de los superhéroes con un lenguaje metacinematográfico, donde Wade le habla directamente al espectador siendo consciente no solamente que está dentro de un film, sino que además es consciente de la propia autoconsciencia que está llevando a cabo.
Deadpool son tres películas en una que confluyen en forma bastante dinámica. Por un lado es esta sátira con humor al estilo Hermanos Zucker –La pistola desnuda-, por otro una divertida historia de venganza, con un superhéroe “canchero”, y por último el film más provocador de la factoría Marvel hasta el momento con variados desnudos, visceral carga de violencia –no muy realista, sino más cercana a Rodríguez y Tarantino- y un humor más “adulto”.

De principio a fin vale destacar las múltiples citas –la mejor de todas es la escena posterior a los créditos- y el ingenio del talentoso Tim Miller, diseñador de Video Juegos, efectos especiales y secuencia de títulos como La chica del dragón tatuado, de David Fincher. Toda la secuencia que estructura el film es una persecución por una autopista visualmente estimulante. El guión pertenece a Paul Wernick y Rhet Reese, la misma dupla de Tierra de zombis, por lo que se comprende perfectamente de donde viene el sarcasmo y el humor autoreferencial. Sin embargo, más allá del funcionamiento de los gags y las secuencias de acción, lo mejor de Deadpool es la capacidad de Ryan Reynolds para reírse de sus propios fracasos en su carrera. Es obvio que la mayoría de los guiños están orientados a un público freak y cinéfilo. La presencia de Reynolds le resta protagonismo al resto del elenco encabezado por Morena Baccarin, Ed Krein y Gina Carano.

De hecho, los problemas de Deadpool pasan por la intrascendente trama central, la pereza de los flashbacks románticos y el poco carisma de los personajes secundarios, lo que beneficia a que Wade/Deadpool y el protagonista –también productor- resalten todavía más.

Un divertido entretenimiento y pasatiempo cinéfilo, Deadpool, es un film que evade los lugares comunes de las películas de superhéroes acercando a Marvel a un terreno más arriesgado a nivel narrativo y comercial del que sale airoso gracias al humor y el talento de Ryan Reynolds.