Deadpool

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

De algún sótano de cosas abandonadas en la Marvel salió Deadpool. De la nada prácticamente, porque aún aquellos seguidores del cine producido en estos estudios no tienen ni la menor idea de quién es ni a cuál de los sub mundos pertenece. Lo cierto es que recién desde el anuncio de la adaptación al cine la cantidad de consultas en Google y otros buscadores se multiplicó por millones, dada la cantidad de espectadores dispuestos a pagar una entrada sea por el superhéroe que sea.

Considerando lo estrenado en éste siglo, todo el universo marvelse divide en varios sub-grupos: Los vengadores, El hombre araña (que por ahora se corta solo), Guardianes de la galaxia y los X-Men. Éste estreno “pertenece” al último grupo (sub dividido a su vez en “nuevos mutantes”), así como Ant-Man (del año pasado) va con el primero mencionado en esta lista, e iremos viendo varios más porque, como algunos sabrán, el plan Marvel se dividió en tres fases que terminarán por aunar conceptualmente todo. Estamos en la mitad de la segunda fase, aproximadamente, pero esto es harina de otro costal.

Ahora: ¿Quién demonios es Deadpool? Dentro de las historietas del imperio de Stan Lee, es bastante joven porque se creó a principios de los ’90, Wade Winston (Ryan Reynolds) pertenece a una legión clandestina de matones a sueldo a quienes por lo general se les asignan tareas de defender utopías y matar a "los malos”. De ahí que su hábitat natural está en la línea entre el bien y el mal. En realidad reniega de ambos mundos. Al descubrirse un cáncer terminal, su vida vale menos todavía y por eso se somete a un experimento que, al ser gestado con el poder curativo de Wolverine, adquiere poderes de mutante, aunque detesta a los X-Men y hasta los ningunea.

Imagine una historieta en la cual el personaje cada tanto se da vuelta hacia el lector y lo interpela, y le tira un chiste alegórico a la situación. Eso es Deadpool. De dónde sale el nombre es uno de los buenos gags de esta brillante adaptación al cine hecha por Rhett Reese y Paul Wernick, dirigida por el novato Tim Miller. Entre estas tres personas y el trabajo del actor principal está el secreto de lo que podría ser la sorpresa de esta temporada.

Dicho esto, es importante destacar que si algo diferencia éste producto del resto es la irreverencia con la cual se aborda un personaje que no solamente rompe con los estereotipos, sino que además se mofa expresamente de los superhéores en general, y de Marvel en particular. Su modo está fundamentado en la utilización de mucho humor negro y violento (emparentado con aquellos dibujos de Tex Avery), observaciones cínicas, chistes sobre sexo, y otras menudencias que en realidad construye su psiquis y le da credibilidad con o sin la máscara.

Adicionalmente, “Deadpool” es una catarata casi cocainómana de chistes salidos de material de stand up, acción prodigiosamente filmada y una constante (y saludablemente equilibrada) ruptura de la cuarta pared, para dejar al espectador como un virtual testigo y cómplice del andar aventurero. Es así. La conexión con los fanáticos es inmediata y no sería de extrañar que termine como personaje de culto en poco tiempo, cuando el boca a boca en el cine empiece su camino epidémico.

Desde el punto de vista del elenco Ryan Reynolds se consagra a una química tanto física como verborrágica, y da a la perfección con un papel que pareciera haber sido escrito para él. Similar a lo ocurrido entre IronMan y Robert Dowey Jr. Una suerte de revancha luego de la solemne composición hecha en la no menos solemne y aburrida “Linterna Verde” que protagonizó para la competencia (DC Comics) en 2012. El resto se suma muy bien, sobre todo Morena Baccarin como la novia de turno.

Mientras se cuece la segunda parte (el guión está casi listo) lo aconsejable es disfrutar mucho de éste debut, incluyendo los créditos hasta el final. Ahí, Deadpool se disfraza de Matthew Brodderick en “Experto en diversión” (1987). Los que se acuerden sabrán por qué.