Deadpool

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Un superhéroe del stand up

Hay humor del bueno desde el primer minuto hasta el último, con acción a la altura de los chistes.

Si Iron-Man, los Guardianes de la Galaxia y Ant-Man habían llegado al universo Marvel para ponerle una cuota de humor al asunto de la eterna lucha entre el bien y el mal, Deadpool directamente es más un súper standapero que un superhéroe. Ya desde los títulos iniciales (el director, el debutante Tim Miller, es “un títere con un sueldo excesivo” y los guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, son “los verdaderos héroes de esta historia”) nos enteramos de que aquí habrá paladines, villanos y acción, pero nada será tomado demasiado en serio.

Y cuando decimos nada, es nada: hay chistes sobre feminismo, pedofilia, masturbación; cantidad de bromas sexualmente explícitas. Y muchísimo meta-humor: Wade Wilson/Deadpool es como un amigo cómplice sentado al lado nuestro en el cine, haciéndonos comentarios sarcásticos sobre lo que estamos viendo. Constantemente rompe la cuarta pared (y también se ríe de eso). Hay, por supuesto, recurrentes guiños pop a la subcultura de los superhéroes: el tradicional cameo de Stan Lee es apenas uno más entre las burlas a Ryan Reynolds y su papelón como Linterna Verde, a los X-Men y el universo Marvel. En fin, a la solemnidad monástica que tantas veces endurece a los superhéroes.

Este desparpajo respeta la línea de los cómics creados hace 25 años por el guionista Fabián Nicieza -argentino de nacimiento, estadounidense por adopción- y el dibujante Rob Liefeld: es la reivindicación de un personaje que había sido desperdiciado en Wolverine, donde el propio Reynolds había encarnado a un Deadpool siniestro, silencioso y con la gracia de una momia, que terminaba muerto por las garras de Wolverine y su hermano. También es la gran revancha de Reynolds, que hasta ahora era un galancete bobo y musculoso de los tantos que pululan por Hollywood.

Lo bueno es que detrás de todos los chistes hay una historia sólida, con escenas de acción a la altura del humor. Se cumple una regla de las sagas de superhéroes: las primeras películas, las que cuentan los orígenes, suelen funcionar. Ah, quédense hasta después del final: el stand up heroico nunca se detiene.