Deadpool

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Iconoclasta. Subversivo. Amoral. Delirante. Ese es el perfil de Deadpool, la última entrega del género de superheroes y el filme que está en boca de todos. No sólo Ryan Reynolds ha logrado redimirse de sus anteriores entradas en el mundo del comic, sino que se ha disparado hacia el superestrellato, liderando un filme que rompe récords de taquilla como ningún otro y que excede por lejos hasta la mas optimista de las expectativas de los ejecutivos de Hollywood. Imaginen una de Wolverine pero dirigida por los hermanos Farrelly y con una onda autorreferencial similar a Scream. Esa sería una breve, incompleta y hasta opaca definición de lo que tiene para ofrecer Deadpool.
El personaje es una figura secundaria del panteón Marvel, el cual nació en 1991 de la mano de Rob Liefeld y Fabian Nicieza. Al principio era un villano mas - creado como una especie de parodia de Deathstroke, un sicario de las filas de la DC Comics y del cual toma su apellido civil y parte de su apariencia - y el personaje hubiera perecido en las arenas del olvido de no ser por el revamp hecho por Joe Kelly y Ed McGuinness en 1997, quienes se encargaron de convertirlo en un antihéroe autorreferencial al momento de relanzarlo con su propia revista de historietas. La cuestión es que la Marvel no le tenía mucha fe al personaje y, ante la amenaza constante de cancelación de la publicación, Kelly y McGuinness se volcaron a ser tan experimentales como fuera posible, saltándose todos los protocolos y convirtiendo a Deadpool en un anarquista capaz de alterar la línea de tiempo de otros personajes conocidos, meterse en otras historietas, o hablar directamente al lector y demostrarle que estaba consciente de que se trataba de un personaje de comic. Semejante actitud desfachatada comenzó a generarle una corriente de fans que lo transformó en objeto de culto y aseguró la supervivencia de la publicación hasta el presente.

Esta versión de Deadpool comenzó a gestarse en el 2004, cuando la gente de la Fox comenzó a buscar la manera de multiplicar la presencia en las pantallas de los personajes Marvel sobre los cuales poseía derechos cinematográficos. La aparición en el 2008 de Iron Man - montada directamente por la Marvel y anunciada como el puntapie inicial de un elaborado Universo Cinemático, el cual podía ser un fracaso gigantesco o una inagotable fuente de ingresos (como la historia ha terminado de demostrar) - apuró los papeles y la Fox comenzó a desdoblar personajes de la saga X-Men, planeando posibles spinoffs de Wolverine y Magneto. X-Men Origenes: Wolverine (2009) vino a funcionar como una especie de semillero de posibles personajes y franquicias apareciendo (entre otros) Gambito y Deadpool, y quedando éste en una versión desdoblada: con Ryan Reynolds, normal y a cara lavada (haciendo de Wade Wilson), y como el deforme Arma X, fruto de experimentos de laboratorio y la gran amenaza final contra la que se enfrentan Hugh Jackman y Liev Schreiber en el climax. El problema es que la manufactura de X-Men Origenes: Wolverine terminó siendo tan mediocre que nadie se entusiasmó demasiado y todos los proyectos posibles terminaron cajoneados. La Fox se dedicó a reciclar el spinoff de Magneto convirtiéndolo en X-Men: First Class (2011) mientras que el resto de los planes quedaron durmiendo a la espera de una bocanada de inspiración e ideas frescas.

Desde que apareció la edición impresa de Deadpool & Cable en 2004 (en donde el deforme mercenario se comparaba a sí mismo como una mezcla de Ryan Reynolds con un Shar-Pei), Reynolds había quedado prendado con la idea de llevar al personaje a la pantalla y comenzó una importante campaña para convencer a los ejecutivos de la Fox de la idea. Pero, para salir de su estado estático, habría que esperar hasta el 2010 cuando un borrador del libreto del filme se filtró en Internet y produjo un revuelo enorme. Sorprendidos por la reacción, la gente de la Fox encargó un corto de prueba - el de la dichosa persecución inicial que figura en el filme, hecha mayormente en CGI y con Reynolds poniendo la voz al personaje - y lo publicó en la web, deviniendo en un fenómeno viral. Como la cantidad de pruebas se caía por su propio peso, el estudio decidió dar luz verde al filme pero no sin antes dejar en claro las reticencias que tenía respecto al proyecto: a final de cuentas no se trataba simplemente de otro superhéroe encapuchado más sino de uno extremadamente zarpado y políticamente incorrecto, el cual masacraba gente de la manera mas sangrienta posible y vomitaba groserías suficientes como para obtener de una la calificación R (exclusiva para adultos), un detalle que muchos consideran el beso de la muerte en la taquilla ya que lo aleja del público masivo (adolescentes y niños), amén de coartar la mayoría de operaciones previstas de merchandising. Es por eso que la Fox le dió un presupuesto modesto - 58 millones de dólares - y puso al mando a un ignoto especialista en efectos especiales cosa que, si la cinta fracasaba, las pérdidas al menos resultarían soportables.

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Desde ya el estreno de Deadpool sorprendió a propios y extraños, rompiendo una impresionante cantidad de récords en el fin de semana de su estreno. Desde ya muchos hablan del shock del rating R y, tal como ha pasado con otros filmes evento - George Lucas y su nueva saga de La Guerra de las Galaxias, que puso de moda a las precuelas; Avatar, que popularizó el 3D; los filmes basados en literatura para Jovenes Adultos (desde Crepúsculo hasta Harry Potter) que impusieron la moda de desdoblar el capítulo final en dos filmes para recaudar el doble -, ahora todos hablan de producir filmes de superhéroes desbordantes de sangre, sexo y violencia: la misma Fox anunció planes para que la próxima Wolverine sea R, y la Warner está considerando seriamente retocar Suicide Squad para que entre en dicha calificación.

En sí, Deadpool no es un gran filme de superhéroes. Los villanos son sosos y la trama se resume en una línea - al tipo le arruinaron la vida y ahora regresa en misión de venganza -, la cual no difiere en nada de cualquier típica película de Schwarzenegger de los años 80. No hay tramas floridas, rebuscadas o inspiradas como los filmes de X-Men u otros superhéroes Marvel (léase, conspiraciones para dominar el mundo o alianzas con malvados seres de otros planetas). Lo que hace al filme es la travesía, la cual desborda de humor políticamente incorrecto y la que se relame con ser tan iconoclasta como sea posible. Deadpool le habla directo a la cámara, hace bromas sobre los X-Men (sacándole el cuero a Wolverine y haciendo referencia a los actores que han hecho del profesor X), sobre el mismo Reynolds (en una de las tomas aparece flotando la cubierta de la revista People en donde Reynolds aparece catalogado como el hombre mas sexy del planeta; o disparos por elevación a su desastrosa participación en Linterna Verde - "si me convierten en superhéroe, por favor no me pongan trajes verdes ni los hagan animados!" -) o disparándole incluso al mismo equipo técnico responsable del filme - los títulos de crédito figura el director como un "obrero sobrepagado", los productores son unos "imbéciles con sombrero" y el protagonista es un "idiota de rostro perfecto" -, eso sin contar de que el protagonista le dice al público que la película tiene un presupuesto de dos mangos, razón por la cual sólo pueden contar con la mísera participación de 2 X-Men (eso resulta patente cuando visitan la mansión del profesor Xavier, la cual está patéticamente vacía).

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Hay momentos en que Deadpool se siente una de superhéroes escrita por los hermanos Farrelly. No solo por la cantidad abrumadora de chistes zarpados y bizarros - hay uno (sobre el posible uso de una manito tipo bebé que le está saliendo al protagonista después de haberse cercenado la anterior) que es repulsivo - sino porque el romance irreverente entre Reynolds y la hermosa Morena Baccarin funciona y estos dos rebosan química (Reynolds saca de su trasero el anillo para proponerle casamiento, lo cual es tan grosero como simpático). Yo creo que uno de los grandes aciertos del filme es tener un romance que conmueve (aún dentro de toda la locura de la trama), ya que humaniza al protagonista, lo vincula con el público y le da un motivo válido para vitorearlo a la hora que pega el salto para defenderla. A final de cuentas la causa de Deadpool no es el heroismo o la revancha sino el deseo ferviente de volver a estar con el amor de su vida, algo imposible de concretar debido a lo espantoso de su deformidad.

Si Deadpool triunfa es gracias a Ryan Reynolds. El tipo empapa al personaje con su humor y lo hace suyo; son sus improvisaciones, su impronta, su imprevisibilidad. También esta la sociedad con Tim Miller, el cual maneja el entorno y el resto del cast de gran forma: la acción se puede seguir y está plagada de deliciosos detalles secundarios, el timing cómico es excelente y el clima de desenfado está logrado. Quizás Reynolds bordea el límite de la saturación - no todos los chistes hacen blanco - pero tiene la simpatía y el carisma que lo hace llevadero y que a uno le da paciencia para esperar el siguiente chascarrillo. No sé si realmente es un filme para los que odian las cintas de superhéroes, o si revolucionará el rubro importando cambios mucho mas adultos como el humor y el destripaje en primer plano; yo creo que es lo mismo de siempre con mucho mas picante, el cual sacude tus sentidos y te despierta después de ver tanta rutina prolija y políticamente correcta, una bocanada de aire fresco que sirve para que el género no decaiga y siga en actividad unos cuantos años más.