De martes a martes

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Alguien te está mirando

Juan (Pablo Pinto) es un hombre grandote, que hace fierros y entrena todos los días desde hace años, pero detrás de esa imagen de patovica hay un hombre tímido, parco, que en el trabajo sufre maltratos tanto de su jefe como de sus compañeros, y a pesar de que podría noquearlos sin mucho esfuerzo, ni siquiera les contesta, aguantándose las humillaciones y los acosos, sin defenderse.
El clima de la película es tenso, atrapa, tratamos de descifrar qué es lo que pasa por la mente de un hombre que apenas habla, introvertido hasta con su familia.
El sueño de Juan es tener su propio gimnasio, pero muy difícilmente pueda concretarlo ahorrando de a poco con sus dos trabajos. Hasta que un día es testigo de un crimen. A partir de ahí surge la oportunidad de conseguir el dinero para concretar su sueño, es entonces donde la película pega un volantazo, el clima cambia, y esa atmósfera tensa de la primera mitad, se torna en suspenso. Juan comienza a actuar de otra manera, con un crimen de por medio, un malvado (brillantemente interpretado por Alejandro Awada) y un plan que podría cambiar su vida.
La película tiene un muy buen comienzo, atrapante, Pablo Pinto logra una muy buena interpretación, pero si bien el clima de suspenso está muy bien logrado, hay cosas que no terminan de cerrar, como el dilema moral que se le presenta al protagonista.
"De Martes a Martes" es una buena historia, con algunos cabos sueltos, muy bien interpretada, y por momentos bastante dura.