De amor y otras adicciones

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

Hollywood tiene una nutrida agenda anual de comedias románticas con la única (y valiosa) pretensión de entretener un rato al espectador.

El realizador Edward Zwick tomó, para llevar a la pantalla cinematográfica, la historia del libro "Difícil de vender -la evolución de un vendedor de viagra", que es en realidad las memorias que escribió Jamie Reidy sobre la época en que fue visitador médico de Laboratorios Pfizer. En esa autobiografía el escritor pone en descubierto algunas prácticas "non sanctas" que utilizan habitualmente los mercaderes de los fármacos a nivel mundial, y ese tema es el verdadero contenido literario al que agrega la lucha de su novia contra una enfermedad incurable y las transformaciones que ante esa realidad sufrieron los integrantes de la pareja.

El director Zwick comienza a contar la historia con el habitual estilo cinematográfico hollywoodense para las comedias románticas (muchacho pintón y desinhibido con todas sus hormonas en ebullición, chicas hermosas y felices, breves situaciones de humor), y sorpresivamente convierte la trama en una tragicomedia con el claro objetivo de imprimir profundidad.

Influido seguramente por los Estudios que lo contrataron, en su afán de no quedar como que ha dirigido algo superficial casi se sale de género ya desde el título (en origen, "Amor y otras drogas" en traducción literal del inglés).

Dicen que el amor es la droga más poderosa del mundo, capaz de narcotizar, abstraer, obnubilar, impulsar, energizar y muchos otros efectos más, a cualquier mortal. Nos referimos, claro está, al amor de pareja.

La trama principal se centra en el encuentro de Jamie y Maggie. Él es un visitador médico que usa su prestancia física y simpatía innata para realizar ventas y conseguir cualquier muchacha que se le antoje. Ella es una mujer independiente con ideas muy firmes en cuanto a las relaciones. El acercamiento entre ambos se producirá únicamente por la atracción sexual que ejerce cada uno hacia el otro.

De pronto todo cambia. El amor, y el compromiso que conlleva, aparece de improviso y modifica las posiciones de ambos.

Las subtramas con las que este filme se encamina (sin llegar) a la profundidad y al debate, quedan en amagues de polémica.

Jamie es un visitador médico de los Laboratorios Pfizer (como en la vida real lo fue el autor) y sus manejos para lograr las ventas de Viagra y Prozac son desleales.

El sistema de regalos y viajes pagos a los médicos para que receten los medicamentos cuyas ventas engrosarán las arcas de un laboratorio, más atento al resultado económico que a la curación de los pacientes que consuman las drogas que ellos producen, resulta a todas luces desagradable pero despierta la curiosidad del espectador que espera un remate conclusivo desde el humor.

Hubo una película argentina "La clínica del Dr. Cureta" (Fischermann, 1987) que desarrolló una trama similar, pero circunscripta a la caricatura desde el humor crítico.

Zwick da otra vuelta al timón a la historia e instala la incurabilidad de Mal de Parkinson, pero tampoco llega al final del camino con esta propuesta que hubiera transformado todo en un drama.

Las actuaciones son acordes al ritmo de la comedia, la pareja protagónica ya había trabajado junta en “Secreto en la montaña” (2006), aunque Jack Gyllenhaal, como Jamie es superado en recursos histriónicos por Anne Hathaway quien compone a Maggie, una mujer que quiere aparentar que ni siquiera su propia enfermedad la conmueve.

No es fácil para un actor construir un personaje que dice una cosa y piensa otra, Hank Azaria lo logra interpretando a un médico corrupto que aparenta ser muy recto y respetuoso de su profesión. Azaria es uno de los actores de voz más famosos de EE.UU. y el doblaje le ha dado el trainning para desdoblar personalidades actuadas, y cuando le agrega la expresión corporal demuestra su gran ductilidad, como lo hace en la película que se comenta.

Un filme destinado a vender entradas a los seguidores del género basándose en el cartel de los actores.

Contiene muchas situaciones divertidas que satisfarán a los amantes del "touch and go" de la comedia. Y las partes "profundas" no duran demasiado, por lo tanto se trata de una película muy llevadera para el espectador.