De ahora y para siempre

Crítica de Tatiana Cuschnir - El Lado G

Peter Sollet lleva a la pantalla grande una historia basada en hechos reales sobre la lucha de una mujer por conseguir igualdad. El resultado es una película correcta, pero que a nadie le resultará inolvidable.

Cuando en 2005 la teniente Laurel Hester se enteró de que tenía cáncer terminal, decidió que quería pasarle los aportes de sus 23 años de trabajo en la policía a su pareja Stacie Andree, para que ésta pudiera mantener la casa que habían construido juntas. Ante la negativa de la junta de Ocean County, New Jersey, las mujeres debieron luchar para ser tratadas de la misma manera que las parejas heterosexuales.

Peter Sollet (Nick & Norah’s infinite playlist) lleva esta historia real- que previamente había sido retratada por Cynthia Wade en el cortometraje homónimo que ganó el Oscar a mejor corto documental – a la pantalla grande y el resultado es correcto, pero deja gusto a poco. El mayor acierto de la película es su reparto: Julianne Moore y Ellen Page se ponen en la piel de Hester y Andree, respectivamente, y ambas realizan un buen trabajo, mientras dejan ver el dolor y las dificultades por las que son puestas a prueba.

Michael Shannon, como el compañero de trabajo de Laurel en la policía, es probablemente la mejor interpretación del film. A medida que la historia avanza, su personaje se transforma en el mayor impulsor de la lucha y es el que logra mayor empatía con el espectador. Steve Carrell, como el fundador y presidente de una asociación que trabaja para que se apruebe el matrimonio igualitario, es simpático, pero por momentos su histrionismo se siente desubicado frente a un escenario desolador.

¿Qué es entonces lo que no convence de Freeheld? Más allá de que cuente una historia real, Peter Sollet hizo un largometraje previsible y que no arriesga demasiado. A diferencia de otros films como Milk (2008) de Gus Van Sant, que también retrata la lucha por los derechos de los homosexuales, Freeheld no emociona. Ni tristeza por la enfermedad de Laurel Hester, ni rabia por la indiferencia de los fiscales, la película no llega a conmover al espectador, quien probablemente mire la historia desde afuera y sin sentirse interpelado.