De ahora y para siempre

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

El amor y el Estado

Basada en una historia real, la película de Peter Sollett aborda el caso de Laurel Hester, una mujer lesbiana que motivó un cambio en la legislación sobre las pensiones que reciben los viudos y las viudas.

Laurel (Julianne Moore) es una detective comprometida, dura, incorruptible. Fuera de su trabajo, encuentra algunos momentos para distenderse un poco. Y en uno de esos momentos conoce a Stacie (Ellen Page), una joven que siente un inmediato flechazo por ella. Hasta aquí, una suerte de girl meet girl que el director Peter Sollett aborda de manera clásica. El punto de giro de De ahora y para siempre (Freeheld) es el diagnóstico de cáncer de Laurel. Diagnóstico que no augura una cura, y que es mitigado por el incondicional apoyo y acompañamiento de su pareja, en medio de la batalla legal que debe emprender para que, una vez muerta, Stacie reciba una pensión.

De ahora y para siempre muestra, como tantas películas, una lucha íntima que deviene inexorablemente lucha civil, social, y política. Y, como suele ocurrir, el film retrata los avances en materia democrática con buenas intenciones, amoldados a una puesta austera, televisiva. Porque “lo que importa” no está en el cómo sino en el qué. Lo que aquí se pone en juego es la ampliación de derechos para mejorar el sistema, ampliarlo, hacerlo más justo. En este caso, la lucha es contra el conservadurismo de los legisladores del condado de Nueva Jersey, una especie de metonimia del Tea party, el conservadurismo americano en su esplendor. La cuestión –para estos señores- es respetar el beneficio de la pensión, siempre y cuando se trate de matrimonios heterosexuales.

La pareja protagónica recibe el apoyo del compañero de Laurel (Michael Shannon, vaciado de la locura de sus personajes más logrados) y de un activista gay (Steve Carell) que sabe tanto de derechos humanos como de marketing político. Más allá de ese afuera que se conecta con esos dos hombres, reposa y sufre Laurel, quien en la piel de Moore transmite fragilidad y encanto. Page acompaña con dignidad, y es evidente que su compromiso con la causa (explicitó su condición lesbiana en un mordaz y sentido discurso, algún tiempo atrás) fue el que la llevó a producir el film. Sabemos que hoy, afortunadamente, existe el “Matrimonio Igualitario” en Estados Unidos. Y si no lo sabemos o lo olvidamos, una placa final –previsiblemente- nos lo recordará.