De ahora y para siempre

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Cine militante

Un melodrama que por momentos cede a la tentación de la bajada de línea, pero que el director de las notables Educando a Víctor Vargas y Nick y Norah: Una noche de música y amor logra sacar a flote.

Parece que Julianne Moore le tomó el gustito a mostrarse en pantalla padeciendo el sufrimiento de un deterioro físico irremediable. Poco más de un año después de su oscarizado rol de una maestra con Alzheimer en Siempre Alice, la pelirroja –aquí rubia- vuelve a ponerse al servicio de una enfermedad terminal en este dramón con aires militantes llamado De ahora y para siempre.

El opus tres de Peter Sollet (el mismo de las muy buenas Educando a Víctor Vargas y Nick y Norah: Una noche de música y amor) arranca como un remedo tardío de las tearjerkers o “películas para llorar”, planteando la historia de amor entre una reputada policía (Moore) y una joven mecánica (Ellen Page, también productora) truncado a raíz del sorpresivo y fulminante cáncer del pulmón de la primera.

Podría pensarse en una suerte de Love Story en versión lésbica, pero De ahora y para siempre prioriza la faceta política de la cuestión. Esto es, la lucha para que el Estado conceda la pensión a la pareja de ella y toda la serie de reclamos -primero solitarios y luego multitudinarios- en favor de la igualdad de derechos (la pensión corresponde sólo para esposas o maridos).

De allí en adelante, el film recorrerá los tópicos habituales de este tipo de relatos, campeando entre los avances de la enfermedad y las consecuentes visitas al hospital cada día más frecuentes, y el progresivo apoyo social a la causa. Social y también laboral, ya que los compañeros, a excepción de Dane Wells (Michael Shannon), irán del rechazo al respaldo de su compañera.

Consciente del material de la propuesta, Sollet tiene la cintura suficiente como para coquetear con los golpes bajos sin abrazarlos. Quizá así se entiende por qué le concede unos buenos minutos a un militante judío homosexual crucial no sólo para la cruzada burocrática, sino también para la película toda. El personaje de Steve Carrell descomprime, airea, vigoriza una historia mediante un rol volcado a la comedia. Así, y aun cuando De ahora y para siempre es un film deliberadamente militante que subsume sus formas a la masificación de su mensaje, el resultado es digno exponente ideal para mojar unos cuantos pañuelos en la soledad de la sala oscura.