DC Liga de Súper-Mascotas

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Las animaciones ya no son lo que eran. El ingenio desopilante y la creatividad subversiva de los grandes maestros de la época dorada de los dibujitos (décadas de 1940 y de 1950, con Tex Avery y Chuck Jones a la cabeza) quedaron completamente olvidados por el actual cine apto para todo público, que parece desconocer sus influencias.

A pesar de que casi todas las películas de superhéroes e infantiles están hechas como si fueran hamburguesas de una gran cadena de comida chatarra, lo cierto es que aún mantienen subtextos que resultan más interesantes que la historia que se ve a simple vista, a tal punto que es lo único que puede dar pie a una lectura que vaya más allá de lo que muestra la pantalla.

Lo que DC Liga de Supermascotas propone entre líneas es tan inocente como arriesgado: una especie de exaltación de las “relaciones tóxicas”, como llama la literatura de autoayuda a las relaciones patológicas. Eso sí, hay que reconocerles a sus directores, Jared Stern y Sam Levine, y a Dwayne Johnson en su rol de productor, el darse cuenta de que las mascotas son el ejemplo perfecto de seres que demandan intensidad afectiva a cada rato. No hay nada más fiel que un perro, pero ellos también quieren el mismo nivel de fidelidad que entregan.

Por lo tanto, al ser una animación con personajes que quieren relaciones intensas con sus dueños, es también una animación sobre los celos, ya que cuando la devolución afectiva no llega con el mismo grado de cariño, la estabilidad emocional del animal cae en prolongados llantos al ritmo de Bad Blood, de Taylor Swift.

Eso es lo que sucede con Krypto, el perro de Superman, quien está con el superhéroe desde que a este lo mandaron a la Tierra para salvarlo de la destrucción de su planeta. Superman y Krypto crecieron juntos y son amigos inseparables, pero cuando la periodista Loise Lane aparece en la vida de Clark Kent, el perro se muere de celos porque su amo empieza a dedicarle más tiempo a su amada.

Si bien DC Liga de Supermascotas tiene la típica trama de las películas de superhéroes, en el fondo, la historia gira alrededor de la disputa amorosa central, que se expande hasta contagiar al resto de los personajes, quienes también van a luchar por obtener el amor inquebrantable de un dueño.

Sin embargo, los planes malvados de Lex Luthor (quien tiene unos conejillos de Indias en su laboratorio, entre los que se encuentra su enamorada Lulu) consisten en obtener la kryptonita naranja para vencer a la Liga de la Justicia (integrada por Superman, Batman, Aquaman, Flash, Cyborg, Linterna Verde y la Mujer Maravilla). Pero la kryptonita naranja da poder a las mascotas, y es así como Lulu se convierte en una supervillana.

Las mascotas que acompañan a Krypto son un acierto, ya que en ellas se concentra la poca inventiva y se despliegan los gags más efectivos. El equipo de supermascotas está integrado por PB (una cerda que se agranda y se achica), Merton (una tortuga veloz y miope), Chip (una ardilla con poderes eléctricos) y Ace (el sabueso que se convierte en el perro de Batman).

La película funciona gracias a los momentos cómico-dramáticos y a la química que se genera entre los animales del bando de los buenos. Es más de lo mismo, pero lo que dice solapadamente es un riesgo interesante.