Damas en guerra

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Con amigas así...

Divertida comedia sobre los caóticos preparativos de una boda.

En la comedia hollywoodense a lo largo de la última década se ha
generado un espacio cada vez mayor para las llamadas “comedias de
amigos”, siendo la factoría de Judd Apatow la principal proveedora de
este subgénero que algunos dan por llamar /“bromance”/ (juego de
palabras entre /“brothers”/ y /“romance”/ o “romance entre amigos”).
*Virgen a los 40* y *Supercool* (por citar algunas generadas por Apatow)
o los amigos de *¿Qué pasó ayer?* y tantos más son los ejemplares más
conocidos.
Pero hasta *Damas en guerra* , producida por... Apatow, parecía que este
género no era apto para lmujeres, a quienes se las marginaba bastante en
las otras películas y a quienes parecían dejarle el género de la comedia
romántica tradicional como su “quintita”.
Aquí, el director Paul Feig y la protagonista (y guionista) Kristen Wiig
probaron que sí se pueden hacer películas de amigas que no respondan ni
al modelo *La boda de mi mejor amigo* ni al de *Sex and the City* . Esto
es: una comedia ácida, zarpada, un poco absurda y física (con gags,
digamos, algo “ecatológicos”) que, sin dejar el juego de las relaciones
de por medio, pone el acento en las amigas.
Más que amigas, recién se conocen muchas de las protagonistas de *Damas
en guerra* . Son las “damas de honor” de la boda de Lillian (Maya
Rudolph), amiga de la infancia de Annie (Wiig), quien debe lidiar con el
caos y el descontrol que se desata entre ella (bastante neurótica,
solitaria, ácida) y las demás a la hora de preparar la despedida de
soltera. Las “demás” son la hermana del novio (la descontrolada y
graciosa Melissa McCarthy), la casada que quiere “guerra” (Wendi
McLendon-Covey), la inocentona (Ellie Kemper) y, principalmente, la
nueva amiga de Lillian, Helen (Rose Byrne), esposa del jefe de su
marido, una millonaria que se quiere adueñar de todos los planes,
generando infernales celos en Annie... y actitudes que harán que la
propia boda corra peligro.
Pero salvo por un policía que quiere conquistar a Annie, los hombres
casi no aparecen. Y está bien que así sea. Esta es una película sobre y
para mujeres, con las que los varones también se identificarán por
motivos obvios. Si bien se expresan de diferentes maneras, los
conflictos y celos entre amigos no son tan distintos.
Lo que sí es curioso en *Damas en guerra* es que, pese a la comedia
absurda, el filme no abandona del todo el drama de la protagonista, una
chica cuya vida –en otro contexto- podría dar casi para una drama de
cine independiente. El caos, el humor físico, la hilarante escena cuando
se prueban vestidos o la competencia de discursos a la novia no dejan de
lado que Annie está al borde de la depresión. Y que, más que ninguna
otra cosa, necesita de su amiga. El problema es que Lillian es la que se
casa, lo que no implica que Annie pueda dejar sus conflictos de lado.
Feig se las arregla para no mostrar las escenas más obvias, desde eludir
momentos claves hasta mostrar al novio como alguien que tampoco parece
ser “la gran conquista”. Esas mujeres imperfectas son las que hacen de
*Damas en guerra* una gran comedia, mucho más real y palpable que las
que traen a chicas glamorosas paseando por Manhattan.