Cyrano mon amour

Crítica de Gretel Suarez - Visión del cine

Film francés inspirado en la aclamada obra Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand, se estrena en las plataformas iTunes y Google Play.
París, 1897, en plena Belle Époque. Edmond Rostand (Thomas Solivéres) es un dramaturgo prometedor. Pero todo lo que ha escrito ha sido un fracaso y ahora sufre una parálisis creativa total. Gracias a su admiradora, la gran actriz Sarah Bernhardt (Clémentine Célarié), conoce al mejor actor del momento, Constant Coquelin (Olivier Gourmet), que insiste en interpretar su próxima obra. Y, además, quiere estrenarla dentro de tres semanas. El gran problema para Edmond es que todavía no la tiene escrita. Solo tiene el título: Cyrano de Bergerac.

La película da su comienzo con murmullos de una multitud, pareciera que el punto de escucha se da por detrás de bambalinas de algún teatro. Acto seguido abre la imagen en una luna casi completa en la noche y se inicia un relato histórico en off sobre acontecimientos de la ciudad mientras la cámara recorre lugares de París hasta situarnos en el tiempo presente del inicio del film, 1895. Estamos en el interior de un teatro, una actriz en escena interpreta versos, el público parece descontento, dos hombres se levantan de su palco y se retiran antes de que termine la obra, otro sentado a distancia con su mujer, los observa y decide ir tras ellos para luego escucharles, a escondidas, hablar mal sobre la obra que acaban de presenciar y reírse del autor. La mujer, que se encontraba sentada al lado de este hombre, cuando finaliza la función, sale y lo observa a la distancia, entre la gente, abrumado e invisible mientras escucha las opiniones del público sobre la obra, la mujer decide llamarlo y grita su nombre ¡Edmond! y ahí sabemos que el autor del fiasco del que todxs hablan es él. Su mujer lo felicita y Edmond de alguna forma parece recuperar su confianza pero, de repente, aparece el director del teatro y sin más le confiesa que la obra es un fiasco.

A partir de ahí, Edmond entra en un letargo de frustraciones y, mientras camina por la ciudad sintiéndose nada, se cruza con la novedad del cinematógrafo de los hermanos Lumiere. Decide ingresar, están proyectando La salida de los obreros de la fábrica. Edmond escucha al público que está fascinado con lo que él llama “salas de proyección animada” y, al regresar a su casa, termina sacando la conclusión de que este artefacto, en 10 años, acabará con el teatro. Nuevamente su esposa está ahí para sostenerlo y cargarlo de energía para que vaya y haga lo suyo, se sienta y escriba.

Y eso hizo Edmond, pero durante dos años no logró absolutamente nada. Esta elipsis de tiempo nos muestra un matrimonio ya abatido económica y emocionalmente, con una esposa cansada de alimentar su ego y a un escritor a punto del colapso a causa de su bloqueo creativo. Hasta que reaparece en la casa del escritor su amiga y actriz Sarah Bernhardt, la mujer que interpretaba la obra del comienzo del film, esta le confiesa que el gran actor Constant Coquelin quiere protagonizar una de sus próximas obras. Edmond queda atónito. Sarah le cuenta que le armó una reunión para hoy. Edmond le dice que no tiene nada escrito. Sarah le responde que entonces se ponga a escribir si no quiere perderse esta oportunidad.

Y es ahí donde Edmond decide empezar a desbloquearse ¿cómo? No tiene idea, pero está desesperado, el tiempo corre y entiende que deberá “salir” para buscar la inspiración que no está llegando hace dos años encerrado en su escritorio. A partir de acá el film comienza a convertirse en una comedia episódica de enredos y aventuras, donde la propia vida del autor se mezcla con la historia que decide crear, construyéndose así múltiples metáforas desde el propio guion del film, que van desde adaptar versos a una comedia de actos hasta connotarnos que el cine será teatro y el teatro será cine, borrando por completo los límites entre ambos, como Cyrano, pues jamás podría existir uno sin el otro, y es en función de esta mirada que su director arma la puesta de cámaras como parte de un personaje más de la obra teatral pero también de la película, consiguiendo así que estemos presentes mientras nace una de las obras más populares de la dramaturgia francesa, siendo les espectadores parte creativa y parte observadora a la vez.

Formalmente las áreas técnicas, sumadas a la dirección de actores y actrices, cierran a la perfección y se complementan, dándole espacio a lo realmente importante en las películas: la historia, y si bien se han realizado varias versiones de esta obra teatral, tanto en el cine como en el teatro, Cyrano Mon Amour logra una mirada fresca sobre la vida del poeta previa a su éxito que nos terminará ganando minuto a minuto y concluyendo con una de las escenas más maravillosas (la del árbol), dándonos una sutil lección sobre el observar y, con tan sólo un mínimo cambio de ángulo en la mirada, eliminará por completo la objetividad del arte en cualquiera de sus formas.

Cyrano Mon Amour es una comedia satírica francesa, con algunos tintes dramáticos, que irá narrando, de manera episódica, los diferentes momentos del proceso creativo que atraviesa el autor de una de las obras más famosas de fines del siglo XIX. Es un bellísimo film dirigido por Alexis Michalik, quien también interpreta el papel del dramaturgo Georges Feydeaud, antagonista de Edmond Rostand en la historia.