Cyrano mon amour

Crítica de Delfina Quiquisola - Metafilmika

“Detrás del telón, los versos de amor”
Una comedia dramática que revive una vez más al clásico del teatro francés, acercando al foco a su creador, Edmond Rostand, y a todo el equipo que tuvo la oportunidad de darle vida a “Cyrano de Bergerac” en el escenario por primera vez.
Edmond (2018), un dramaturgo francés, se ve envuelto en un espiral de fracasos teatrales que desencadenan en un bloqueo creativo como nunca antes había experimentado. 1897 en París, la oportunidad se encuentra con el protagonista cuando este consigue gracias a una amiga en común, una reunión con Constant Coquelin (Olivier Gourmet), uno de los actores más famosos de la ciudad de la luz. El reconocido cómico, se acerca a Edmond (Thomas Solivéres) y le ofrece ser parte de su próxima obra que podría ser estrenada dentro de tan solo algunas semanas; obviando el pequeño gran detalle de que el joven dramaturgo, no tenía ni una sola palabra escrita. En la
desesperación por encontrar ideas para su inexistente pieza teatral, el escritor conoce a Jeanne(Lucie Boujenah), e instantáneamente la mujer se convierte en la musa inspiradora de Roxanne, uno de los papeles más importantes de Cyrano de Bergerac.
El film escrito y dirigido por Alexis Michalik, es un relato fantástico. Tiene una estructura que no suele verse en el cine, partiendo desde la historia personal del escritor y virando el foco de una manera elegante y delicada hacia la obra, quien logrará ser la protagonista de la segunda mitad de la película. Tanto la fotografía como el arte, retratan con tonos mágicos a ese momento tan añorado por los artistas como lo fue La Belle Époque.
Es de aquellos filmes que le dan un respiro al alma y te mantienen sonriendo gran parte del tiempo.
El elenco es perfecto, cada uno de sus papeles es interpretado con dinamismo y aspecto teatral, generando una obra cargada de energía y arte en todas sus formas. Pero los actores, no son los únicos protagonistas; cada lugar emblemático de París, robará segundos de pantalla y el espectador se encontrará sentado en el Moulin Rouge, o en una pequeña sala observando cómo dos hermanos presentan su nuevo invento, el cinematógrafo.
"Cyrano de Bergerac es sin dudas una de las obras teatrales más reconocidas de la historia.
Michalik decidió dar un paso más y adentrarse tras bambalinas junto a su autor, sus actores
originales, productores, vestuaristas y espectadores, que lograron presenciar por primera vez en la
sala del Porte-Saint-Martin, aquel histórico 28 de diciembre de 1897."